sábado, 15 de noviembre de 2008

Naturaleza agregida y silencio por calleoes


Navegante de carreteras y silencios conventuales

-Los brillos intensos lastiman. No es que el nuevo día sea una agresión o que me duela abrir los ojos, más bien es la intensidad del color la que llega y me enfoca. No duele. Tampoco existe sufrimiento alguno. El efecto hiriente que recibo de los colores en el real y mi inconsciente trastocan otro parámetro, uno que se esconde, debajo-encima, de/en mí para brotar, durante cualquier momento, para llevarme al trabajo.
Entré al Taller de Gráfica «El Topo» por una convención: conocer dónde y cómo trabaja Iván Odín Barrios. Una casa alta, en tres pisos, pintada en blanco, con dos portones y un serial de ventanas que se alargan; el lugar-casa-taller da el espectro de ser la guarida secreta de algún potentado delincuente. La enorme acera que abraza el frente del lugar se va en solitario, resguardada apenas por la descuidada pared de la casa del frente que se oculta detrás de la camioneta-camper.

-Las veinticuatro horas del día transcurren en el mismo espacio y apenas me alcanza para gravar, pintar, diseñar, bosquejar, trazar, revisar, comentar y asegurarme de que lo que empecé ayer continúe por buen camino, que lo de hoy tenga un buen resguardo y lo de mañana me permita seguir respirando con estos alientos de vida que me dan los colores, los pinceles, los ácidos, los electrolisis… Vivo aquí, estudio aquí, trabajo aquí… Aquí se haya mi vida y aquí, también se encuentra lo que seré; el eterno tiempo del pasado y del reloj que transpira su segundero.
Iván hace equipo con Carolina Ramos y Oswaldo Rivera Ese parece ser el secreto del poder que engendra la gráfica del topo: la elaboración conjunta de individuos sumados a una sola personalidad que huye, en busca de nuevos espacios, sobre la camper que se queja todas las noches por la ausencia de carretera, polvo, viento, lluvia, devenires… Lo que se hace ahí, como en las cofradías, parece diluirse ante la presencia de todo extraño, pues ese nuevo rostro ahí silencia los pasos, acalla los movimientos. Lo que se hace ahí, afirmo, es como en las cofradías porque guardan secrecía y secretismo; manejan códigos, se entiende sólo con la vista, saben de ellos por las respiración, la falta de uno robustece al otro para ocupar su lugar de gran maestro sin profanar memorias.

-Me confieso. He sido un hombre solo que peca de estar acompañado. Solo porque al final en este leve espacio aun rodeado por dos o cinco o diez personas tiendo a estar, yo mismo, en soledad con ese otro borgiano. El momento es mío. Peco de estar acompañado porque ahí veo la pulcritud, ahí encuentro el diálogo interior del arte que me vive recorriéndome, a la manera de la sangre, pero que no hay forma de reconocer por método científico alguno.
Luego de recorrer el taller-casa-estudio de Odín Barrios encontré un ser que se transmuta y vive en sí. Un individuo que se lleva en fenomenológico comportamiento artístico. Un artista que, como dice Constantino Cavafis en sus Poemas completos, arriba:
«La ciudad
Dijiste:
‘Iré a otro país, veré otras playas:
buscaré una ciudad mejor que ésta.
Todos mis esfuerzos son fracasos,
y mi corazón, como muerto, está enterrado,
¿Por cuánto tiempo más estaré contemplando estos
despojos?
Adonde vuelvo la mirada
veo sólo las negras ruinas de mi vida,
Aquí, donde tantos años pasé, destruí y perdí’
No encontrarás otro país ni otras playas,
Llevarás por doquier a cuestas tu ciudad;
Caminarás las mismas calles,
Envejecerás en los mismos suburbios,
Encanecerás en las mismas casas.
Siempre llegarás a esta ciudad;
No esperes otra,
No hay barco ni camino para ti.
Al arruinar tu vida en esta parte de la tierra,
La has destrozado en todo el universo»


-Con «Huehuecoyotl» gané el Premio de Arte Joven de Pintura, convocado por el INBA, CONACULTA y el Gobierno de Aguascalientes, a mis 28 años. Representó, además de los 100 mil pesos y la exhibición en diferentes galerías y museos del país, la obra pasó a formar parte del acervo del Museo de Arte de Aguascalientes. El premio más sentido es el que me otorgó el Museo de Arte Virreinal de Guadalupe, porque en ese lugar encontré los alientos para mi creación.
La obra de Iván Odín está llena de huecos que se transforman en pasillos y leves corredores, en corredores que llevan los sonidos del viento, del tiempo, de los misterios de un viejo convento. La obra de Iván Odín es la nueva vista a la naturaleza; la agresión citadina, cosmopolita, a lo natural. Un águila manchada por el baño ácido de la contaminación o un coyote extrapolado en varios sentidos. Silencios y violencia, colores que remarcan y tránsfuga, el artista es una polarización estética del poder y la conciencia de la proyección.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Tercer encuentro / segunda mesa

La cultura del centro y la cultura excéntrica: visiones a/de/sobre la literatura y el arte regional
·Literatura y Crítica·
·Alejandro García Ortega·Abel García Guízar·Javier Baez Zacarías·Sigifredo Esquivel Marín·Marcela Gándara Rodríguez·Alfonso Patricio Campuzano Cardona·Sergio Espinoza Proa·

lunes, 27 de octubre de 2008

Bunos/aires

Querida Rita Gallé:

[RG] Me he descubierto hablando un lenguaje que me parecía extraño, ajeno, que no debía ser mío y sin embargo lo he escuchado pronunciar de mi propia voz. Frases y palabras que me revelan más de lo que puedo ser, acrecentado al interminable debate filosófico o sobre un entrañable ensayo poético. Esos pronunciamientos los he hecho míos, los poseo y me poseen. Me dan identidad, me refieren a la manera de una cita, identificando mi discurso, haciendo innegable este ser heideggereano. [RG] Alberto Chimal diría que es el pasado que me anima y alimenta, lo tangible que se me deshace entre los dedos para reaparecer entre las palabras, los versos, las líneas, los colores, los silencios de Xirau… Sonidos del viento que se sacuden entre los de la ciudad permitiéndome respirar entre los ojos de los que van y llegan. Ruidos que se escabullen sobre las respiraciones dejando colores púrpura y azules entre los pasos casuales de los que vienen y corren. [RG] Rita, debes preguntarte por qué escribo esto. La respuesta es por ti, porque tu obra produce eso: recordar la inocencia perdida, la voz de la madre que no está, las palabras que el tiempo añeja en la boca, los ecos que te hacen humano idéntico del mundo pero disímil en tu región. Tu obra me ha hecho escuchar el estallido fortuito en medio de la ruidosa calle, ver sin mis ojos el pequeño espasmo entre dos enamorados que se ven y caminan, escuchar los gritos desaforados de los colores cambiantes a diario. [RG] Ahora respóndeme tu. ¿Cómo sueñas cuando te has enamorado? ¿Cómo sueñas cuando una ilusión atraviesa tus ojos? ¿Qué sueñas cuando un susurro, una canción o un leve silbido te arrebatan de tu temprano día? [RG] Has partido. Quizá vuelvas, quizá no. Ignominioso espero la vuelta, encontrar-reencontrar los valores de tu obra. Rita, en tu viaje has ganado: te encuentro, como animal mítico con tres cabezas que se debaten en sus propios yo o el músico que concierta tres sonatas señoriales. Acuarelista, escultora, ceramista: trampas del color, ficciones personales, tramoyas para enamorar y desaparecer. [RG] Tu acuarela es encrucijada cándida, tiempo sin tiempo, momentos donde el tamaño se magnifica, las tonalidades se vislumbran avivándose hasta perder el sentido de las fronteras entre un rostro, el campo, el cielo o la tierra. Rostros, animales, soles amarillentos y cielos azulados, grises tardes o rosados espacios; todos se reúnen en la niña italiana. [RG] La cerámica acompaña a la acuarela, pero es dual. La acuarela es simplicidad hermosa. La cerámica es las dimensiones del cuerpo, centellas en un pequeño espacio que traducen los reflejos celestes en representaciones que descuellan. El tacto recrea al invidente, casi profuso al olor sólo falta la música. [RG] Punto y aparte es la escultura que eres y construyes. Te veo magnífica. Tus manos hacen cuerpos perfectos, acicalados con pequeños detalles que acarician el ambiente. Los metales, las piedras preciosas, los sentidos de extrema fineza: maravillosa escultora debes provocar sentimientos inconcebibles en las mujeres que te ven y admiran. Los hombres se enamoran con las formas que produces, es innegable que tu alma es un elaborado concierto de tres sonatas. [RG]

viernes, 24 de octubre de 2008

Primera mesa

*Literatura y Creación Poética*

·Viernes 31 de octubre·

·En «El Pulgatorio»·

·Javier Acosta·Juan José Macías·Abel García Guízar·
·+ 20 poetas jóvenes
·
·Música de «Moan blues» y «Colectivo Camión»
·

jueves, 23 de octubre de 2008

Encuentro

La cultura del centro y la cultura excéntrica: visiones a/de/sobre la literatura y el arte regional
Tercer encuentro
Octubre 31 y Noviembre 7, 14 y 28

jueves, 16 de octubre de 2008

BuenosAíres

¿Del palacio parisino a la entropía?
Picasso, motivante lúdico

El pasado seis de octubre me topé con una noticia que me ha llevado a estas líneas. La información la encontré en un par de diarios: El País y El Universal, luego vi el seguimiento forzado en varios medios más. El País titulaba la información con «Picasso contra todos en París». El Universal «Muestran un recorrido por el fascinante diálogo entre Picasso y sus maestros». Los cabeceados me atraparon al instante. Luego, en los balazos que subtitulaban las notas, encontré el círculo: Picasso et les maîtres (Picasso y los maestros) abrió al público en el Grand Palais de París, al tiempo que los museos d'Orsay y de Louvre lo exponían en salas independientes o lo confrontaban con Le déjeuner sur l'herbe de Edouard Manet o Les femmes d'Alger de Eugène Delacroix. [P] El hecho me parecía, me sigue pareciendo, fascinante. Argumento. [P] Los números avasallan. Se afirma que, procedentes de varios museos y colecciones privadas y públicas, se exponen 220 obras, encontrándose en el Gran Palais telas de autores como Van Gogh, Ribera, Poussin, Le Nain, Puvis de Chavannes, Chardin, Cranach, Delacroix, Degas, Tiziano, Renoir, Goya, El Greco, Rembrandt, Manet, Velázquez, Ingres, Cézanne y Zurbarán. Telas que, al tiempo de rendir homenaje, evidencian el canibalismo picassiano y dan líneas, trazos, temas, colores, formas y técnicas que el español arrancó para deglutir en plato frío sus influencias. [P] Es una reunión «milagrosa», califican los críticos, porque detrás se halla el extenso trabajo de coordinación que suma más de 2 mil millones de euros, algo así como 2 mil 700 millones de dólares –por aquello de la volatilidad bursátil usted calcule en pesos mexicanos-. Un botín que en lo intangible y lo tangible puede estimarse de concentración inédita. [P] El valor de cada trabajo aumentará no sólo el material sino el discursivo. Esas pinturas regresarán a sus paredes originales regeneradas; luego de departir en una fiesta con tal compañía la vista que se tendrá de cada una será novedosa, dilatada. Dejaron de ser para ubicarse en otro plano, uno que sólo el viento, el aroma y la esencia de ese palacio parisino podrá contar al tiempo. [P] La propuesta es un arriesgado juego patrimonial o un apartado lúdico portentoso, de «altos vuelos». Sólo un ejemplo: en una misma sala están nueve desnudos de Picasso -elaborados entre 1964 y 1971- con otros como la Odalisca de Ingres, La Maja desnuda de Goya, la Olimpia de Manet, la Mujer bañándose de Rembrandt y Venus divirtiéndose con el amor y la música de Tiziano. Anne Baldassari, directora del Museo Picasso de París, compara imaginativamente como «si en el Prado tuvieran ahora La Gioconda que está en el Louvre [Picasso] el único artista que asumió toda la historia de la pintura. Decía que quería revolucionar la pintura pero sólo a partir de la pintura». [P] Digo que me parece fascinante porque los números, las cifras, los nombres y los ejemplos justifican el adjetivo. Fascinante porque materializa el encuentro de/con grandes de maestros de un grande, monstruos alimentando monstruos con su propia carne: canibalismo. Fascinante por lo que esos pasillos y aquellas paredes tendrán que contar sin decir. [P] Me sigue pareciendo fascinante, al tiempo, por otro tipo de argumentos. Hago uso de la imaginación y pienso en un acontecimiento más cercano, geográficamente hablando. ¿Qué sucedería si, tomando como eje o pretexto o lo que sea, se pensara algo similar con los 80 años de vida del maestro Manuel Felguérez? Lo maravilloso, canibalezco, monstruoso y maravilloso me es, en este tiempo que cierro el comentario, aún interminable.

viernes, 3 de octubre de 2008

bUENOSaÍRES

Ante rem-post rem o un leve silencio Dennaciano

¿Qué sucede en el intervalo-frontera que se da entre lo ideado y lo creado? Quizá la pregunta necesite reformularse cientos de veces, sobre todo cuando representa un viejo problema filosófico que aduce a varias doctrinas del pensamiento. Sin embargo, las respuestas llevan a sitios semejantes. Afirmaría que a la misma habitación sólo que la réplica se postra en diferentes lugares y, ya en la simpleza, ello conlleva una perspectiva individualizada del cuadro. [A-R] Ante rem y post rem son dos respuestas, utilizadas primordialmente entre los siglos XI y XIV. Ante rem fue el argumento empleado por filósofos que tomaban la línea del pensamiento agustiniano para sostener la existencia de ideas innatas argumentando que los universales son ante rem, es decir, que existen antes en el espíritu que en las cosas, análogo al mundo ideal platónico. Post rem es la tesis opuesta, surgida con Roscelin de Compeégne llamada nominalista. Para ellos las ideas proceden de la sensación, vienen al espíritu a partir de las cosas y son, por la tonto post rem -parafraseando a Ramón Xirau-. [A-R] ¿Ante rem o post rem? Imagino a Denna sentado en su estudio, desordenado, lleno de elementos que sustraen o proveen de ideas. De pronto, sin que de pronto se ilumine en blanco la habitación o se cree un vacío debajo de sus pies, sin que medie divinidad alguna o el mundo excite alguna expresión, recoge un elemento de allí, de lo inmaterial y lo presente, no de una nube que surge de su mente o por medio de algún sortilegio fantástico sino de algo allá… [A-R] En ese lapso dado-provisto, entre lo ante rem y el post rem, con los dos o sin ninguno, aparece el silencio; leve resonancia sin asonancia, bello e inexplicable. No un silencio-pausa o un silencio-callarse sino un silencio-esencia. Un silencio que supera las pronunciaciones y balbuceos, notas entre las palabras y mutismos entre las fobias. Un silencio revelador, «silencio esencial [porque] es el que está en la palabra misma como en su residencia… [escribe Ramón Xirau en Palabra y silencio] es el silencio que expresa el silencio que, dicho, entredicho, visto, entrevisto, constituye nuestro hablar esencial». [A-R] Un hablar esencial postrado, precedido por el silencio-esencial que es y no ante y post. Quizá por ello Jovita Aguilar, en «Alucinogenia de Manuel Denna», vio un «artista-artesano», «[c]onstructor nato». Quizá, también por ello, Sonia Viramontes, en «30 minutos o gratis», ve al artista como un certero cazador que al «…dar en lo justo, está el punto que nos separa del artista que tiene el don de poder hacer visibles sus caprichos personales. En darse el gusto de sentir que su obra es realmente algo que producen sus manos, y que el resultado de la faena puede ser la cristalización de sus fantasías. Sueños que confunden y mezclan las cosas del mundo hasta que las cosas ya no pueden reconocerse y distinguirse en lo que eran». [A-R] Denna juega con los tiempos y las formas, hace uso de la impureza, recoge las fantasías pueriles para la hechura de su exposición. Se guarda en el silencio verbal para hablar en un silencio proverbial, para él el de los trazos y la pintura. Silencio pictórico e individual. Silencio Universal. Silencio Ante rem. Silencio Post rem. Silencio que, escribe Elsa Cross en «Bomarzo», «Nunca entendimos / si era uno quien mataba o quien moría […] Si la oscuridad, como decían los sabios / es lo que media entre el saber divino / y el humano, […] En la paciencia de las cosas / y sufriendo el dardo divino / encajado en frente y corazón […]».

lunes, 29 de septiembre de 2008

En defensa de los vicios primigenios

Aborrezco las mañanas presurosas. Odio tener que levantarme con el tiempo encima: correr, prender el calentador del agua, correr, preparar la cafetera, correr, revisar los documentos del día, correr, repasar la agenda, correr, asentir que nada falta, correr y, en la puerta, recordar, la loción: correr. No me agrada levantarme con el resorte del colchón. Dar un salto para salir de la cama entre el mundo etéreo de los sueños y acicalarme en esta fría realidad otoñal. Estar a punto consciente desde el instante que se detiene el despertador es una tortura digna del más laureado inquisidor. Me gustan las mañanas que respetan mi tiempo [no es que sea mucho, no necesito de mucho]. Requiero de un respeto a mi somnolencia. Debería existir un derecho constitucional [lo propongo aquí, ante ustedes], uno de esos inmanentes a todo ser humano, que prohíba correr por las mañanas, que defienda como inicial prioridad cotidiana abrir el ojo izquierdo, luego el derecho, luego pensar cualquier cosa sin importar lo que sea, estirar los pies y los brazos, revisarse el cuerpo; tomar conciencia. El derecho me asiste. En mi trabajo debiera ser de sensata cabalidad: «Maestro, ¿cómo está?, ¿despertó bien?, ¿le faltó tiempo para asirse a la realidad? Si no es así, mejor tómese este día, no podría ser peor. Es más, en recompensa a este maltrato psicológico, físico y espiritual, la Institución [con I mayúscula] que por mi conducto le habla le indemnizará y gratificará con resultados próximos e inmediatos a su mísero salario. Discúlpenos». Es verdad, redacté estas líneas con los ojos abiertos pero dormido del todo. Luego de que suena el despertador con tres a cinco minutos tengo para levantarme, saber cuál es la fecha y la hora del día, ver por mí y preguntarme y responderme por lo demás: recapitular. No me molesta levantarme temprano: si hoy a las 10, si mañana a las 6:30, si ayer a las 8:15. Lo que me irrita es forzar la máquina. Igual con el café matutino. Requiero de una taza del café del grano que debí moler segundos antes. Caliente, que tenga que soplarle para que eleve su aroma sobre mi rostro. En este caso ignoro si pueda hacer otra moción constitucional porque no todo el mundo apetece de café [incivilizados seres civilizados], pero defiendo mi derecho a una adicción. ¿Por qué digo esto? Por la defensa pública a una adicción o, en el mejor de los casos, a un vicio que nos haga «mejores» -con comillas- [esto de «mejores» es relativo, porque puede que este vicio nos provea de desastres laborales o sociales pero con resultados favorables en lo personal]. Todos tenemos derecho a un vició, de cualquier tipo, siempre y cuando nos provea de lo necesario para los requerimientos para inmediatos personales. El argumento de este par de simples ejemplos: la defensa del descanso para el respiro mental y el derecho a una taza de café matutino, hablan de lo más llano en resultados del quehacer. Sin embargo, ambos los considero «vicios elementales», vicios que llenan las líneas y me proveen de verbo, ambos hechos se reflejan en mi trabajo: mis textos procuran despertar del descanso catapultados por los sorbos de un café caliente. Y de ahí nace una pregunta más: ¿qué tipo de «vicio elemental» tenía el Guernica, Eugene Delacroix o Martin Kippenberger, por nombrar algunos? ¿Qué hubiera sido de la literatura sin un Kafka que escribía en penumbras con tinta azul o morada? Así, los ejemplos abundan. No estemos por los vicios malignos, sino por los esenciales, los básicos que te levantan y te duermen, que te alimentan y te llevan de caminata nocturna. Ahí, en ellos, recae la sustancialidad humana, en la simpleza del vicio o la adicción o como quiera que deba ser llamado

viernes, 12 de septiembre de 2008

r-ANA CRUZ-ificada

Tres o cuatro semanas atrás se reavivó en Italia la eterna discusión sobre lo que es permisible y/o no en el arte. Luego de que el nuevo «Museo de Arte Moderno de Bolzano» volviera a exponer parte de la obra del alemán Martín Kippenberger se movieron las aguas. La obra que reactivó la crítica fue una rana crucificada de un metro de altura que en la mano derecha porta una un tarro de cerveza –dice la crítica europea- y en la izquierda un huevo, ambos pies clavados y un rostro de aspecto sarcástico-irónico más que funesto o tétrico.
El conflicto se dio luego de que el presidente de la Junta Provincial de Bolzano (provincia autónoma en la que se habla alemán e italiano y que forma parte de la región Trentino Alto Adige), Luis Durnwalder, exigiera que la obra fuese retirada del museo porque, evitando todo juicio artístico, la obra «puede ser considerada una provocación por parte de la población del Alto Adige (sub Tirol), en un 99 por ciento católica». Categórico, finaliza diciendo que «se trata de un acto blasfemo».
El final de la historia llegó cuando las autoridades del llamado «Museion» se negaron a retirar la obra. Basaron su argumento en un amplio material informativo sobre el significado de la escultura y la crónica del autor, que revelaba «un momento personal de profunda crisis».
Este hecho revela, en el análisis superficial, la ignorancia que hay alrededor del creador y la recaída temática.
Martin Kippenberger nació en Dortmund 1953 y murió en la Viena de 1997. Estudió en la Academia de Bellas Artes de Hamburgo y tuvo de siempre compañeros y colegas importantes para la historia de las artes. Las semblanzas a sus producciones señalan que «su estrategia consiste en crear obras perturbadoras que en ocasiones se presentan como obras superficiales, pero que esconden serias preguntas acerca de la responsabilidad moral del artista con relación a los valores y creencias del mundo occidental. Se sirve para ello de montajes paródicos de objetos cotidianos».
La eterna discusión de lo permisible en el arte se reavivó en la discusión mediática. Sin embargo, la crítica de arte ha vuelto a cuestionar la validez de una obra que, en apariencia, utiliza una imagen sacra para desacralizarla. El viejo truco del éxito: trastoca lo intocable, con ello vendrán las miradas a tu obra y a ti, principalmente. Escarba, pica, coquetea, estimula; que la creación sea lúdica e impúdica. La diferencia de una obra que es intencional en su fin a otra que busca la trascendencia, parece para esta obra, es la sencillez del mensaje y la inocencia de la fabricación.

sábado, 6 de septiembre de 2008

MPh, fin del camino



Mea culpa


En busca de la absolución



[Uno. Marinero] Años atrás, seducido por una portada que mostraba un elegante, aunque viejo buque, renté 1894. La película pasma y perturba, no porque esté envuelta en violentas imágenes, complejos efectos especiales o grandes inversiones escenográficas, sino porque la fuente del guión se halla en los silencios musicales y el fuerte de la cinta en la personalidad de Adrien Brody, el primer actor. La historia centra la vida de un individuo que habita por siempre, desde temprana edad, un elegante buque turístico a la manera de los cruceros. Jamás toca tierra. Bajo ninguna circunstancia, aun en riesgo de perder la vida se niega a poner pie en puerto alguno. No hay descenso, sólo el zarpar inacabable del pianista del barco. [1. M] Olvidé la cinta hasta ahora que, imaginando este ambiente, me veo como aquella figura y no. En la cinta, el pianista revela sus descomunales fobias por el devenir y decide morir en el lugar que siempre vivió antes que «hacer tierra». En mi caso, sé que debí desembarcar mucho tiempo antes, pero revelando aversiones íntimas no lo hice. Así que, haciéndome de valor, desembarco. Estoy en la aduana, como afirmo en los agradecimientos, en espera de la anuencia de los comandantes y oficiales para viajar por otros rumbos y ver desde acá el oleaje, los viajeros y el nuevo mundo que se abre. Por eso, como el pianista de 1894, soy y no. [1. M] La simpleza de traer el pasado al presente, de traer el pasado al futuro, es para «remontar el insondable río del tiempo», escribe Alberto Chimal. Recuperar lo irrecuperable, zarpar en busca del tiempo vivido es un ejercicio común. Recordar usando la memoria o ¿de qué otra manera podrían recuperarse las emociones sino desde la tranquilidad del recuerdo haciendo memoria? Tengamos presente que la memoria fue para los griegos la madre de las musas. Sobre esto, vale la pena aludir una valiosa cita de Hannah Arendt: «Mnemosine, la Memoria es la madre de las Musas, y el recuerdo, la experiencia del pensamiento más frecuente y fundamental, se ocupa de las cosas que están ausentes y han desaparecido de los sentidos. Pero lo ausente –una persona, un hecho, un momento- que se evoca y se hace presente al espíritu no puede aparecer del mismo modo que ante los sentidos, como si el recuerdo fuera cosa de brujería». [1. M] Las musas, obviamente, cantan porque la Memoria -su madre- les ha enseñado. La memoria del recuerdo, transmitido en canto al oído experto del artista, del poeta, conduce a la imaginación. Y, ya en el tema de los barcos, los mares y los ríos, tendría que decir que es el recuerdo un viajero en una insignificante barcaza que, por los ríos de la memoria, busca soltar amarras en el insondable puerto de la imaginación. Gracias a Zeus, Rilke me rescata del naufragio cuando escribió que: «[…] no basta con tener recuerdos. Hace falta olvidarlos cuando ya son muchos, y tener una paciencia inmensa para esperar a que vuelvan. Pues los recuerdos, por sí mismos, no son lo importante. Sólo cuando se han transformado en nuestra verdadera sangre, en mirada y gesto, y dejan de tener nombre, hasta ser indistinguibles de nosotros […] sólo entonces puede suceder que en el momento menos pensado surja la primera palabra de un poema». Por ello Krishnamurti dice que «[e]l pasado resucita en cuanto uno verbaliza. Las palabras son el pasado». La mayoría de los poetas que hablan del «poder de la palabra» lo afirman. El pensamiento convoca los hechos, la palabra los reúne: la única forma de hacer real algo, aunque sea en los universos paralelos de la imaginación, los sueños o el arte, es nombrándolos, llamándolos. El recuerdo vive al renombrarse. Por ello, escribió William Wordsworth, es que «La poesía es el flujo espontáneo de los poderosos sentimientos; sus orígenes están en la emoción recordada en la tranquilidad». Y T.S. Eliot afirma que «[t]odo poeta comienza con sus propias emociones y con la lucha –que es lo único que constituye su vida- por traducir sus agonías personales y privadas, en algo universal e impersonal».
[Dos. Marinero, marinero] Escribe Enrique Krauze en su ensayo «Narrar la vida» que: «Tres disciplinas literarias se disputan, como celosas hermanas, el arte de narrar la vida: la historia, la novela y la biografía. No son las únicas ni las más remotas. La tradición oral, las antiquísimas escrituras, las baladas populares, las crónicas, son sus parientes cercanas, pero sólo aquellas tres compiten por la atención permanente del lector […] La historia no sólo es la más antigua, respetada, arraigada, sino también la más pródiga en ámbitos culturales y nacionales, en especialidades y subgéneros y, por supuesto, en autores. La novela es la hermana sexy: joven (tiene apenas unos cuantos siglos), conserva aún la frescura de los tiempos en que contaba las hazañas de los caballeros andantes, y los ingenios de Cervantes. Los novelistas son acaso más venerados que los poetas y dramaturgos. La biografía, en cambio, es la hermana pobre y desangelada. Casi tan vieja como la historia, alguna vez compitió con ella al tú por tú, pero hace al menos dos siglos que vio pasar su momento de esplendor. Ahora vive confinada en una rica habitación de la casa de Occidente, el cuarto anglosajón, y hace tímidos paseos por los barrios aledaños.» [2. M] Las tres hermanas hacen memoria, viven del recuerdo, de «[l]o que ya no está allí, lo que no está allí, lo que todavía no está allí. Los tres nombres del tiempo de la ausencia: pasado, presente y futuro de la poesía» -dice Chimal-. Así que El hombre iniciático de la llama triple. Estudio en tres sinfonías alrededor de Fernando Calderón. Biografía, prosopografía, universo comentado y utilidad y deleite de la poética de la patria, es de la memoria, producto de la indefinición postmoderna, de no saberse estudio literario o estudio histórico o estudio biográfico; o de saberse las tres en partes condensadas. [2. M] Fernando Calderón, El hombre iniciático de la llama triple, es el «hombre nuevo» decimonónico que, educado con los «arcaicos» preceptos novohispanos, decide re-transformar sus ideales por los «novedosos» de su siglo. Cambia el título nobiliario de «Conde de Santa Rosa» por el de abogado, universitario. Va de la intendencia feudal a la administración del estado. Escribe poco porque vivía la literatura en una especial intimidad, en el sacrificio y sopesándola con las demás actividades, como la política, la familia, la burocracia y los bienes heredados. Su anecdotario resguarda la fidelidad a sus ideales federalistas que le descalabraron en la «Batalla de Guadalupe» e inspiró el célebre «Soldado de la libertad». Fue secretamente «escocés» del café «El águila», al igual que en las tertulias de Zacatecas y la capital del país, fraterniza con las grandes plumas del tiempo. [2. M] Es Fernando Calderón –llamémosle don Fernando- El hombre iniciático de la llama triple porque parto del principio Rosa Cruz que afirma que el universo tiene en su origen las mismas leyes fundamentales del fuego, con nacimiento, plenitud y muerte. Una llama que, en amarillo, crece iluminando poco a poco la habitación y en su esplendor, en rojo, deja todo a descubierto. Una llama que purifica: efecto-origen. Sin embargo, don Fernando no sólo es una llama en la nueva habitación en la que se amparan «santos laicos» que reciben adoración y son revividos –ahora, en la postmodernidad- para apellidar premios, escuelas e instituciones. Don Fernando es uno de ellos. Don Fernando es la llama que ilumina, pues, esa habitación. Don Fernando no es sólo una llama, es la llama triple: la del amor al amor, la del amor patrio y la del amor divino. [2. M] La poética de don Fernando es memoria y recuerdo. Está cimentada en los más viejos preceptos literarios de las temáticas universales: amor enamorado, amor al mundo que habita, amor al devenir después de la vida material. Don Fernando es iniciático porque es el primero en aprender-prender su propia lámpara y en mostrar los cómos del hacer. Es iniciático porque abre la puerta al Romanticismo del que Andrés Lira bautizó como «Siglo de discordias». Con su llama triple deja ver la espaciosa sala por la que Altamirano, Prieto, Payno, entre más, se pasearon –unos más, otros menos-, dando lustro al piso ajedrezado en blanco y negro. [2. M] Don Fernando es El hombre iniciático de la llama triple en el que encontramos la poesía misma, «la poesía [que] cambia con el tiempo –dice Paz- pero sólo, como el tiempo mismo, para volver al punto de partida». Es el iniciático que lleva la llama triple. Es la memoria, es «Los recuerdos» de «[…] ¡fatal memoria! / Estos los sitios son donde algún día / De placeres purísimos colmada, / Gozó Felicidad el alma mía. / Aquí está todavía / La señal de la huella idolatrada / De mi bien más querido… / ¡Triste recuerdo del placer perdido!».
[Tres. Posdata. No podía quedarme sin leer este párrafo y ya en lo de la memoria y con Paul Reverdy que afirma que «La ausencia es la madre de todos los poemas»] Googlee Fernado Calderón y en los resultados aparecieron más de tres mil ligas que poseían esas características: ya Fernando, ya Calderón, ya ambos. «Fernando’s» hay en el mundo como gotas en tormentosa lluvia y «Calderones» poco menos, pero en cuantiosa anexión al fin y al cabo. [Paréntesis. ¿Saben que en Colombia existe un Fernando Calderón, vivo, de unos 60 años de edad, que pinta arte pop, con un discurso violento y que vende sus grabados en sumas que no superan los seiscientos pesos? Diría Santi: «está chidísimo». Sierro paréntesis] Del que me interesa hallé no más de treinta, aunque todas remiten a tres o cuatro puntos centro o cómo tenga que decirse en el cyber leguaje. En las páginas electrónicas «Palabra virtual» y «Poemas de amor» [sí, ahí, con esos nombres, ya saben cómo es eso en la web] están sus dos obras conocidas: «La risa de la beldad» y «El soldado de la libertad». En «Biografías y vidas» apuntan: «(Guadalajara, 1809-Villa de Ojocaliente, 1845) Escritor mexicano. Se le considera uno de los primeros escritores románticos de México. Combatió contra el general Santa Anna en la batalla de Guadalupe. Escribió poesía y dramas románticos bajo la influencia de Lamartine». CONACULTA, en su apartado de museos y «teatros», da la referencia geográfica de la localización del teatro que lleva su nombre en Zacatecas. Igual hace la Secretaría de Turismo del Gobierno del Estado de Zacatecas [ha!, esta información la repiten en innumerables direcciones y ligan a alguna de ellas]. Ninguna, «como por no dejar», dicen más. Lo peor viene después. ¡No está en «Wikipedia»! y, luego ya en el drama telenovelesco, la Universidad Autónoma de Zacatecas no lo pela, ni a él ni al teatro. ¡Santa Literatura!

lunes, 18 de agosto de 2008

Del paisaje al pretexto liberal

Apuntes a cuatro obras de tema liberal que pretextan al paisaje

[Uno. Todo cabe en este jarrito] Susan Sontang para elaborar «Un argumento sobre la belleza» redactó una anécdota en la que: «[..]en abril de 2002, el papa Juan Pablo II respondió al escándalo provocado por la revelación de innumerables encubrimientos de sacerdotes responsables de rapiña sexual, [donde] hizo el siguiente comentario ante los cardenales estadounidenses reunidos en el Vaticano: "Una gran obra de arte puede presentar melladuras pero su belleza permanece. Esta es una verdad que cualquier crítico intelectualmente honesto reconoce"». [·] Este es un argumento yuxtapuesto. El sacerdote, es obvio, gustó de trasegar elementos incontradictorios a sus tesis para crear ideas venerables. La inocua comparación entre su Iglesia con una – gran, es decir hermosa- obra de arte atañe a los sentidos y a la razón: transformó los aberrantes delitos en símil de las raspaduras de la copia de una película muda o en las desportilladuras en la superficie de una obra maestra de la pintura antigua o en los hongos colgados a las esquinas de un viejo e inapreciable escrito. Los pecados son a las imperfecciones que, por instinto, ignoramos o pasamos por alto en todo arte. [·] ¿Puede ofender la mera sospecha de que el arte es la salvación de todo error/delito humano? Para este caso sí. Un elemento político y jurídico, de ofensa pública universal, es salvado por/con el simple ajuste de subir/anteponer al arte a sus deslices y todo es aliviado. Luego, la belleza, que remite a una excelencia indiscutible (como la salud o la sabiduría) ha sido mallugada como término para recurrir en la formulación de ecuaciones incuestionables. Es ahí donde el pathos, del que Shakespeare aborda en infinidad de sonetos, funciona para entrever de la permanencia a la contemplación, de lo sensible a lo intangible, de lo fatuo al jactante. [Dos. «Risa solar y mirada telúrica»: O.Paz] Wojtyla alivió espíritus que se sabían ya en el infierno metafísico y salvó las almas de algunos individuos abusados con un simple argumento que encima a un hecho desgarrador una divina palabra. El ejemplo evidencia un peligro corriente: toda impiedad es conmutada si el verbo invoca la palabra proba. [:] El dilema para mí [para ti lector-oyente-] es saberme contemporáneo y decidir qué postura tomar: ¿actor contemporáneo que aniquila todo residuo idealista o ver en el arte todo lo que es nuestra condición actual? Es decir, ¿cómo entendemos la absolución papal? ¿Es reflejo de una sola esfera lejanísima que evidencia quién sabe cuántas decadencias o soy yo [es tu] en pro y contra de tal o cual hecho? Como afirma Félix de Azúa en «El espejo del arte», responderé después de que haya «[…] descuartizado nuestro cuerpo (que ya no puede resucitar, aunque puede ser clonado) para inspeccionar y explotar cada parte del mismo por separado, utilizando el arte cisoria con la finalidad de establecer el distinto valor de cada elemento». [:] [La «Risa solar] Wojtyla le habló a un sector definido: parcializó su discurso. Ese es un elemento generalizado en nuestra cultura: todo mundo dialoga con la contraparte que desea y no, es más ni siquiera se da tiempo de comprender, con el que le niega o se opone. Se crean códigos dirigidos internos traducibles-entendibles sólo para los intérpretes que se codician [los que son] y se conforma como secretismo para los de fuera [los que no son]. Religiones, partidos políticos, sectores ideológicos, teorías político-sociales..: todo ámbito humanos está sectorizado y como parte de ello ha creado sus propios esquemas, reglas, formas, lenguajes y hasta ritos… [:] [Mirada telúrica] Para el caso de estas líneas comentaré cuatro obras de José Correa: «El templo del rey Salomón», «El hijo pródigo», «Lex» (propiedad de de un coleccionista) y «Héroes zacatecanos» (ubicada en la sala de recepción de la Legislatura estatal). [:] En «Lex», acuarela al óleo, encontramos a la justicia elevándose, impulsada por una figura sin rostro. La primera, ataviada en un vestido blanco porta en su mano izquierda una espada y en la mano derecha un péndulo. La segunda, lleva también en la mano izquierda una espada y en la mano derecha una escuadra y un compás, símbolo universal de la masonería. La ascensión de ambas figuras se perfila a un cielo azul que se abre para revelar su abultada belleza. En el mismo plano, pero debajo, se encuentran los vestigios sincréticos de una cultura que fue, es. Exhibe, entre otras cosas, monumentos prehispánicos conviviendo con edificaciones modernas circundando un piso rectangular encuadrado en verde y blanco que al centro presume un estrado. Al fondo, en segundo plano, el mapa de la República Mexicana coloreado en singular combinación para evidenciar límites territoriales, sobre el cual parece que «Lex» detiene la punta de sus pies. [:] En «El templo del Rey Salomón» el plano es único salvado en su prevención de fases, espacios y parajes. La escalinata, interrumpida en medio por una poza de la cual prorrumpe humo blanco, como el del incienso, continúa en su camino al templo en medio de un ambiente adornado naturalmente. El templo, edificación rectangular, muestra sobre su puerta al «Ojo que todo lo ve» y en su pináculo a la estrella de David centrada en la letra «G». A sus lados dos columnas que cargan la esfera planetaria y al tiempo cósmico. Todo en medio de un cielo tormentoso y una escarbada ruta montañosa. [:] En «Héroes zacatecanos» aparecen In memoriam susum corda los rostros de Enrique Estrada, Luis de la Rosa Oteiza, Francisco García Salinas, Ramón López Velarde, Víctor Rosales y Tenamaxtle. Detrás el cerro de «La bufa» en tonos café y verde en cielo medio nublado. [:] «El hijo pródigo» es portentoso e impresionante. Un hombre desnudo muestra una precaria, lastimosa, espalda; su rostro descuidado voltea arriba invocando a un triángulo dorado con un ojo: Horus, al tiempo que el paraje que le rodea es desgarrador. El hombre desnudo, en estado de profanidad, suplica la iniciación ritualista luego de verse rodeado por muertos, esqueletos, zombis y elementos inanimados. La naturaleza muerta acrecienta el sentido desgarrado del cuadro. [Tres. Apuntes: pretextando el paisaje] Las cuatro obras hablan, pero sólo unos cuantos, los iniciados que disponen en su diccionario del conocimiento de estos signos, beben de su sentido. El paisaje es un pretexto; su funcionalidad es de tercer o cuarto plano y, al tiempo es de primero y segundo: montañas, cerros y espacios arrebolados, de un vede brillante y abundancia sui generis, aún cuando el tema sea el fin de los tiempos, alterna entre figuras míticas, héroes locales y seres cuasi divinos. El paisaje, alejado de los elementos actantes, discurre un más allá, un elemento típicamente liberal: la fe en el progreso. Luego, el paisaje es para la imaginería liberal un pretexto que invoca y convoca la fe en un futuro. [:.] Sólo falta, apunta Conrado Tostado, «Voltear a ver: [en] la extrañeza de ser milenarios y novísimos, de ser partes de un cuerpo y a la vez personas, [ser] voces de un barullo y al mismo tiempo, pozos de silencio, [que] se renueva, a cada instante, bajo estos cielos luminosos y rápidos. Voltear a ver, oír». El paisaje liberal es atemporal y se lo ha apropiado. Ya en los trazos antiguos el paisaje remoto se acercaba conforme la edad cronológica del que lo apreciaba se acerca al fin de la vida material. Entre más cerca la muerte más claro ese paisaje que en un tiempo se vio lejanísimo. La pintura liberal, la «libre pensadora», se ha hecho de ello para enconarse en fines a lograr. El paisaje liberal es, parafraseando a aquel gran jefe pastor de almas, una melladura que por su grandeza hace permanecer en su belleza.

viernes, 8 de agosto de 2008

«Mi destino es cruel. Como iba resuelto a perderme, las sirenas no cantaron para mí» [Julio Torri]

[Z.1. Pretextando: la introducción] Leo y escribo. Vivo para después de leer y escribir; escribir hasta el cansancio, escribir hasta que las yemas de los dedos pidan clemencia, escribir hasta que la espalda tenga la rigidez de toda viga, igual a la espiritualidad jesuita en el estudio de la teogonía, y duelan las articulaciones enfriadas por el calor del vicio intelectual-creativo. Vivo para penetrar en los secretos de aquello que Octavio Paz descifrara como el «poder de la palabra». En los libros que poseo y las líneas que redacto encuentro el mayor placer: hacer el amor a cada lectura en busca de la amante perfecta para eyacular en el propio ser: fenomenología del amor. Mi vida son las letras: universo paralelo a la mundanidad. Sin embargo, en sus faltas encuentro la existencia. Vivo de las letras; sempiterno, he caído en un lecho taciturno donde las espero en escena de abandono. Logro de ellas un salario, posición académica y estrato social. Por ellas, obtengo beneficios financieros, culturales y sociales. Luego, en un dilema filosófico-existencial, digo que las letras son mi vida y sin embargo abuso de ellas para vivir. [Z.2. Chantaje: el contexto] En el siglo XIX francés, que universal al tiempo, Émile Zola escribió Yo acuso…, libro de cabecera para el pensador. Desde ese momento, el intelectual se convirtió en un ser mitológico, un ente sincrético que, a lo largo de sus diversas denominaciones y transfiguraciones, logró desde el espíritu en la tierra una vocación ascética, conocimiento experto, sensibilidad e inteligencia superior y una facultad visionaria. Con el tiempo, ese lugar «olímpico» -que vive en el Olimpo- se cimbró en caídas constantes que le llevaron al tercer infierno dantesco hasta que, escribe Armando González Torres en su ensayo «Del crepúsculo de los clérigos», «[…]como ocurre en otras latitudes, el hombre de letras, prototipo del intelectual de antaño, ha disminuido paulatinamente su protagonismo […] la desacralización del intelectual, sus antiguos gestos parecen paródicos[…]» [Z.3. Trabajo, propiedad y riqueza] Camino. Con el pie izquierdo encuentro que trabajar, es ir arduamente y no ser; sobrevivir en la añoranza estilizada en fe del anhelo que será. Camino. Con el pie derecho encuentro que poseer es estar en la eterna deuda del deber y pagar; propietario de lo que viene cuando ya está y se fue cuando no valía la vida en su costo. Camino. Anciano y no la hayo ni le conocí. La riqueza en propiedades y dinero y alhajas me fue presentada, la vi pasar; su coqueteo delirante fue nauseabundo al aroma que respiré de tulipanes marchitos. Me sedujo la riqueza del conocimiento pues vestía un breve vestido ajustado zurcido con encajes de sabiduría, su perfume me aprehendió y sus labios, besos inmanentes, fueron paseo de lo intangible. Tengo lo que poseo; no se puede ver, pero vale; no se pesa con ningún billete ni es cuantificable por algún metal o joya o artefacto exótico, pero está ahí para dar vida a mi espíritu, gordo, rechoncho de glotón que no se ve. Valgo más ceros que los que la economía clasifica para mi labor y tengo más provechos en esos movimientos que otra empresa que te absorbe las pocas monedas para luego hincharse las venas con la ayuda al pobre hombre que de todas formas no come, no bebe, no viste, no vive... Soy productivo, igual porque, como afirma Gabriel Zaid, la productividad es «finalmente creatividad: de la vida en el planeta y de la vida personal. La medida última de la productividad es la vida misma: su calidad, la clase de personas que produce, el nivel de la conversación social». [Z.4. Como para cerrar, por las limitaciones de tiempo y espacio] Digo que vivo de las Letras, por la Literatura, con mis libros y sobre llevo la existencia en las líneas inconcinas que redacto. Digo que es una yuxtapuesta dolorosa saber que se está debido a la prostitución de lo mejor que poseo y, sin embargo, bella dama no se queja, ni pide, ni llora; bella dama me da más y es feliz con mi impaciencia. Digo que Émile Zola escribió un libro en el que argumentaba cómo ser desde el pensamiento pero no ordenó cómo vivir con él. Zola predijo que sería un prototipo bastardo del reino mercantilista y sin embargo señalaría los errores, marcaría los desencuentros, anhelaría la perfección y perecería sin encontrar nada por lo que hubo de luchas. Émile Zola no lo escribió, pero sin embargo dijo que vivir de este taller es pobreza y muerte triste. He dicho que trabajo, con ahínco y amor; que no me interesa la consolidación capitalista del tema de las líneas y que el poder y el conocimiento son las conclusiones de esas tres palabras.

lunes, 30 de junio de 2008

Iniciación del Bestiario



Un bestiario (Bestiarum vocabulum) es un compendio de bestias. Se hicieron muy populares durante la Edad Media en forma de volúmenes ilustrados que describían animales, plantas e incluso rocas. La historia natural y la ilustración de cada una de estas bestias se solía acompañar con una lección moralizante, reflejando la creencia de que el mundo era literalmente la creación de dios, y que por tanto cada ser vivo tenía su función en él. Por ejemplo, el pelícano, del que se creía que se abría su propio pecho para dar vida a sus polluelos con su propia sangre, era, a través de su sacrificio, una viva representación de Jesus de Nazaret. El bestiario es una referencia al lenguaje simbólico de los animales en la literatura y el arte de occidente. Estas fotografías son, además de ser la muestra de la post-visita de Santiago al «Circo Atayde Hermanos», la evidencia de sus primeras fotografías, y el anhelo de un padre porque su hijo se apasione por este hermoso arte.


Aquí, el bestiario inocente y apasionado de un niño de cinco años.








miércoles, 4 de junio de 2008

Imágenes del cuadernillo


Jamás viviremos en un mundo tan perfecto y feliz, en el que cada acorde es un acuerdo, como el mundo por el que transitamos al oír la sinfonía Júpiter.
Octavio Paz en Sor Juana Inés de la Cruz
o las trampas de la fe.



jueves, 29 de mayo de 2008

Enrique voyeur



El Diccionario de la lengua española define la palaba "voyeur" como a la persona que disfruta contemplando actitudes íntimas o eróticas de otras personas.

viernes, 23 de mayo de 2008

Hay amor!

Todo fue maravilla de armonías / en el gesto inicial que se nos daba / entre impulsos celestes y telúricos / desde el fondo de amor de nuestras almas.
Julieta de Burgos en Armonía de la palabra y el instinto

Autorretrato... La foto de ida y vuelta



Estamos apostando al talento joven, a caras frescas que dan todo lo mejor de sí, demostrando sus aptitudes artísticas orientadas a la actuación, con el propósito de brindarle a esta narración una imagen diferente, colorida y especial.

Fotografías que se vuelven portadas

  Gabriel Casas, Día del libro , Barcelona, 1932 Fotografías que se vuelven portadas brevísima historia de un retrato   Edgar A. G. En...