viernes, 30 de enero de 2009

Merolico de Galería

Venga aquí. ¡Sí, usted! ¡Anímese! No perderá nada. Dentro no hallará inyecciones dolorosas, ni enfermedades traumáticas. Tampoco encontrará angustias económicas ni amarguras sentimentales. Menos tropezará con los desatinos de la fortuna ni ruidos entorpecedores. Si usted hoza adentrarse en este lugar encontrará lo que ve fuera: ya en la calle, ya en su casa, ya en su trabajo, ya en la tienda de la esquina, ya donde fuere…, sólo que sublime, esperanzador, relajante, íntimo, muy propio. ¡Venga! Siéntese en sus bancas o escaleras; camine entre sus pasillos, por sus salas; recorra el vestíbulo, la azotea y el almacén; utilice el baño y haga uso del teléfono. No tenemos televisión pero, créame, ni siquiera tendrá que recordarla. Esta es su casa sólo que potenciada porque aquí no está su señor o señora, los niños no corren gritando sin descanso, ni el vecino tiene su molesta con su escandalera habitual; no tiene que pagar las cuentas del teléfono, la luz, el agua, el cable o la renta; no depositará mesadas ni saldará compras anteriores. El clima interior es perfecto. Le parecerá que respira un aire liviano de olores bucólicos. Su vista se abrirá de tal forma que le parecerá que los colores tienen otro lado, uno brillante, puro, que parece que hablan y saben lo que piensa. Ande, venga. Sólo pase, lo demás se lo dejamos a lo que sus sentidos percibirán.

Bueno –quedamente dijo, sólo para el-, con lo que hay dentro, lo único que no garantizo es la quietud de su espíritu.


Para Irma Valerio

Fotografías que se vuelven portadas

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