miércoles, 3 de enero de 2018

Una librería menos

  

Librerías que cierran
para la documentalia 2018
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Edgar A. G. Encina
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En enero de 2017 publiqué en La Gualdra un breve artículo que titulé «La Azotea, a la lista de lasdesaparecidas», en el que daba cuenta de la pérdida de aquella librería regenteada por Uriel Martínez. A un año vuelvo con el tema. Al parecer, ha cerrado una más. Esta ocasión es una de «Libros usados» que también decía ofertar «Arte contemporáneo», localizada en el 554 de la avenida Ignacio Rayón, casi para doblar al callejón Del Triunfo; de paredes blancas y rejas negras, encontrada casi al llegar al Monumento a los Niños Héroes. 
Ignoro si «Rayón 5.5.4» es/era considerado por la oficialidad de los libreros en la ciudad de Zacatecas, pero lo que parece seguro es que bastan unos pocos días de frio invernal a finales de año para que caigan combatientes. Aún, abrigo esperanzas. Quizá estén remodelando o hayan cambiado de dirección; será cosa de investigar, pero la desolación que dejan ver sus ventanas no me hace arropar vigorosamente esas ilusiones. 
Fui descuidado y ansioso, pues las tres o cuatro veces que visité la librería jamás intercambié más que el saludo y las cortesías del pago. De allí me llevé Las peregrinaciones del deseo (fce, 1987) de Hugo Gutiérrez Vega (Guadalajara, 1934-2015), Disertaciones sobre telarañas (fce, 1987) de Hugo Hiriart (Ciudad de México, 1942) y Todos los cuentos (fce, 1993) de Horacio Quiroga (Uruguay, 1878-1937). No recuerdo haber pagado por la triada más de trescientos pesos y tengo fresco que venían envueltos en una bolsa plástica transparente, una de ellas tenía con marcador negro el precio: $50. El hecho de que estuvieran envueltas en plástico les dio valor añadido, todavía podía sentirse la presencia del anterior lector; Disertaciones sobre telarañas parecía oler a crema de rosas, como las que usan algunas mujeres adultas, y en la última página de Las peregrinaciones del deseo venía la nota de tintorería por un saco.
            No se trataba, además, de una librería de viejo. En todo caso era de re-uso, de segunda vuelta; como las que suelen haber fuera de las universidades y que de vez en cuando aparece algo interesante. Tampoco era una galería en forma, llegué a descubrir colgados en la pared tres o cuatro grabados y a un chico que afinaba una guitarra que parecía heredada. No era una librería de viejo, porque de esas no hay una en la ciudad. Tampoco era una galería, aunque presumieran de ofertar arte contemporáneo. Era una librería que podía rascarse, que olía azaleas o alguna flor que estaba en el pasillo y que luchaba contra ella misma por las condiciones de su dirección y desaseo en los libreros y el desorden reinante. Con todo, una menos.


No hay librerías.
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Notas para el seguimiento:


  • «Rayón 5.5.4» fue un  proyecto multidisciplinario, según Jánea Estrada, enfocado más a la gráfica, coordinado por  Pedro López Recéndez que continúa trabajando en  «Gráfica Pentágono» y /o se ha mudado a un pequeño local comercial en el Ramdal (Guadalupe, Zac), cuenta Luisa Vázquez Vera.
  • Cerró el 20 de septiembre de 2017.

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