Pensar, ergo, es un verbo dicotómico. Por un lado, placentero y melancólico. Por otro, que iguala la humanidad y origina al individuo. Ambos aparentan un camino en bifurcación infinita, sin embargo son uno mismo; en el engaño se haya la ilusión de la segunda prueba. Pensar la originalidad como el acto único, momento que dios tocó sólo para el desposeído, es la argucia a imponer: es el acto pensado o el momento creativo una forja personal. Como se piensa se es. Como se crea se es. ђ Ningún pensamiento u motivo original es único, regularmente es una divergencia o alteración en la forma, en los medio de ejecución, en los medios disponibles. No hay demerito, aunque la tesis filosófica sea desangeladora porque descubrir e innovar, es importante, fructífero. Por eso el acto novedoso de pensar, de pensar de manera diferente; de imaginar, de crear sin precedentes, de hacer lo que todos son capaces de hacer pero sublime es la meta del que lee, del que escribe, del que pinta, del que grava, del que esculpe, del que compone, del que lleva a cuadro.[i] «Todos los escritores [todos los artistas] son vanidosos, egoístas y perezosos, pero –dice Orwell- en lo más profundo de sus motivaciones yace un misterio. Escribir un libro [gravar o esculpir] es una batalla horrible, agotadora, como la larga crisis de una dolorosa enfermedad. Nadie emprendería una cosa si no se viera guiado por un demonio al cual no se puede ofrecer resistencia alguna y que, por otra parte, uno no puede entender».[ii] ђ Shaitan, es ese demonio. Shaitan, el que «tentó» a Eva e hizo ver en Adán su soledad en estancia edénica o su mortal compañía para prodigarse en el sexo de ella. Shaitan, es el hermano terrible que condujo a la inocente pareja entre las columnas de la vida y la muerte, para mostrarles oriente y darles de beber tragos dulces y amargos del pensamiento y la creación. Shaitan, el inventario de mitos, procreador de las «grandes historias» de las que se nutre la literatura occidental. Shaitan, el que sirvió en una manzana le sale espori sartreana. ђ La sucia esperanza o Schwermut steineana, es la radiación, la «materia oscura» primigenia que contiene la tristeza, la pesadumbre, que es asimismo motor para la creatividad y el pensamiento. Por ello, todo pensador o artista, todo filósofo o creador; todo el que lee o escribe, que pinta u observa, que interpreta o escucha, debe veneración odiosa a Shaitan, porque al darnos la palabra sagrada en la iniciación nos parió entre las llamas de un eterno Fénix que iza la inmortalidad del pensamiento y, al tiempo, nos condenó en su deletreo a abandonar un paraíso construido para nosotros. ђ Por eso -volviendo a Orwell- los artistas e intelectuales son vanidosos, egoístas y perezosos. ¿Qué más puede dar una creación humana que el hiperbólico mundo de los sueños tangibles? Quizá sean de esa forma porque –dice Susan Sontang citando a Hegel- sabedores de que la belleza del arte es «más elevada» que la belleza de la naturaleza, se auto erigen en la cúspide humana donde el espíritu se recrea en [pro]creación.[iii] O, es probable que se comporten así porque están desesperanzados. Sin embargo, escribe Sonia Viramontes, «[n]ada está claro señor Platón. No hay separación entre el cuerpo y el alma. No todo está claro, señor Descartes. Las ideas no son tan claras, ni nos salvan de nada Ya ven ustedes».[iv]
[i] Cfr. Diez (posibles) razones para..., pp. 27 a 35.
[ii] George Orwell, Por qué escribo.
[iii] Cfr. Susan Sontang en «Un argumento sobre la belleza» en la revista mensual Letras Libres, México, Febrero 2003, Año V, Número 50, pp. 12 a 15.
[iv] Sonia Viramontes, El hábitat del Minotauro (Ensayos sobre arte y literatura), México, Ediciones de Media Noche, Instituto Zacatecano de Cultura, p.16.
[ii] George Orwell, Por qué escribo.
[iii] Cfr. Susan Sontang en «Un argumento sobre la belleza» en la revista mensual Letras Libres, México, Febrero 2003, Año V, Número 50, pp. 12 a 15.
[iv] Sonia Viramontes, El hábitat del Minotauro (Ensayos sobre arte y literatura), México, Ediciones de Media Noche, Instituto Zacatecano de Cultura, p.16.