martes, 28 de junio de 2022

Las marcas de la edición: Aldo Manucio

El libro que sueña la Batalla de amor: Aldo Manucio
Las marcas de la edición

 

Edgar A. G. Encina
Artículo publicado por la revista Quehacer

 

  

En Nadie Acabarácon los libros (Lumen, 2010) al conversar Umberto Eco con Jean-Claude Carrière, soltó una frase que se ha vuelto el best seller de las solapas para los defensores del impreso. El italiano ha dicho que el libro es una invención única e irrepetible, similar a la cuchara o el martillo, que una vez aparecidos es imposible sustituirles o mejorarles en sustancia. También ha expuesto la posibilidad del cambio material sin que se trastoque lo profundo e innato. La idea es irrebatible, pero mejorable.

 

         

   El libro en esencia es inmodificable, pero materialmente diverso, extenso e híbrido y, por ello, inacabado del todo. Lo demostró Aldo Manucio (Bassiano, 1449-1515) en plena efervescencia de los tipos móviles inventados hacia 1450 por Johannes Gutenberg (Maguncia, c1400-1468). El italiano, escribe Alessandro Marzo Magno en Los primeros editores (Malpaso, 2017), fue:

…un genio absoluto, alguien rompedor, un revolucionario que marcó un antes y un después en la historia de la edición. Aún hoy convivimos con sus intuiciones… Piensen ustedes en el libro de bolsillo. Lo inventó Manuzio. ¿Y la cursiva (que no por casualidad en inglés se llama italic)? Obra de Manuzio. ¿Los best Sellers? Manuzio fue el primero en imprimirlos. Como ya se ha mencionado, logró que Petrarca (muerto un siglo y medio antes) vendiera la astronómica cantidad de 100.000 ejemplares (obviamente, no solo en su edición). Si 100.000 ejemplares representan un gran éxito hoy en día, imaginemos a principios del siglo xvi. Y además revoluciona el uso de la puntuación, convirtiéndose en el padre del punto y coma; es el primero en usarlo por sugerencia del humanista Pietro Bembo. Lo traslada del griego al latín y a la lengua vulgar, a la que añade apóstrofos y acentos.

            Entre sus memorables aportes está el Hypnerotomacha Poliphili que, en consonancia con la narración, debía traducirse como Batalla de amor en sueño. Wikipedia le llamó Sueño de Polifilo atribuyéndosela al dominico Francesco Colonna, sin ninguna fuente veraz contundente ni respeto o enunciación a los otros probables nombres que también se la atribuyen. Los estudios más serios prefieren continuar sin atribuirla a ningún autor. Se trata de una primera novela expuesta con lenguaje imaginario y de construcción híbrida. Publicada en 1499, el volumen infolio combina el italiano, griego y latín para el relato, el hebreo y árabe en los grabados, fue un éxito comercial extendido hasta el siglo xviii. En la actualidad es posible adquirir versiones facsimilares, aunque con dificultades. Amazon ofrece la versión de Ediciones del Pórtico de 1981, en italiano, en 305 dólares y Busca Libre la de Benediction Books de 2009, en inglés, por 435 pesos.




            Roberto Calasso vio en La marca del editor (Anagrama, 2015) «un golpe de genialidad, único e irrepetible» en el incunable que narra la historia de amor de Poliphilo por Polia. Ésta, al negársele, provocó en él trastornos nocturnos y sueños impresionantes que le llevaron a viajar entre bosques y doncellas, a ninfas y templos, a casorios y desdoblamientos. Se trata de un complejo entramado de sudoraciones alucinantes acompañado por 172 grabados en madera que aluden a la mitología clásica. Este elemento artístico colocó a Hypnerotomacha Poliphili como la obra más bella y mayor lograda por el taller del italiano:

…donde se aúna la belleza del tipo redondo, las bellísimas ilustraciones y la calidad del trabajo del tirador. Quizá la causa esté en que de todas las obras principales de Aldo, sólo este libro lo imprimió por encargo, y, por lo tanto, la ayuda financiera recibida le permitió dedicar tiempo y atención excepcionales a este trabajo» (bne, prensa, 2017).

De entonces a la fecha, cantidad de libros ilustrados han aparecido en los estantes de las librerías para recordarnos la azarosa y apasionada relación que celebran la palabra y la imagen, sin buscar el dominio de una sobre la otra. Continuando a pie de página la idea de Eco que abre el presente artículo, Hypnerotomacha Poliphili es una manera más del libro, como lo puede ser la cuchara alargada o sopera o para untar, salvo que esta tiene, motivada por los azares amorosos, páginas embellecidas por imágenes. Libros ilustrados, álbumes, novelas gráficas, libros silentes, libros-álbum y más, son términos y usos que le damos a la relación múltiple y diversa que llevan imagen y letra, y que encuentran su origen insuperable en la Batalla de amor en sueño.




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miércoles, 22 de junio de 2022

Las marcas de la edición: Mario Muchnic

Edición de gran aliento: Mario Muchnick
Las marcas de la edición

 

Este artículo ha sido publicado en la revista Quehcer

  

Con la lectura Editar Guerra y paz (Gris Tormenta, 2022) del recién fallecido Marion Muchnic (Buenos Aires, 1931-2022) es imposible escapar a la imagen de un hombre encanecido, poco entrado en carnes, sentado frente a su ordenador con la joroba de quien se ha habituado a trabajar sentado y a levantar poco la mirada encima de la ventana. Por el relato es posible pensarlo acompañado de una libretilla de notas y dos voluminosos montones de hojas; impresiones de prueba que o habían pasado la revisión o eran guion para la lectura del día. El impreso se estructura con «Leer Guerra y paz» de Ida Vitale (Montevideo, 1923) y «Notas a la primera edición» junto al «Diario» del autor, fechado del 15 de febrero de 2002 al 22 de octubre de 2003.




            Esa imagen algo histérica la sugiere Muchnic de sí mismo manoteando constantemente al ordenador y volviendo a las hojas descartadas para cerciorarse de los apuntes, de las palabras, de la consistencia de las líneas. Es una combinación doble; por un lado, retrata el ir y venir frenético en el que se prospera con lentitud y, por el otro, presenta una escena de enamoramiento rudo donde la página se muestra dispuesta y el seductor enredado en sus propias artimañas. Escena de enamoramiento porque desde el prólogo, firmado por Vitale, se da un cierre que esparce mensajes íntimos de hondo sonoridad:

Pero pronto llegaría el tiempo en que el lenguaje discutiera el prestigio de las imágenes; el tiempo en que lo que no se entendía fácilmente, lo que estaba detrás de las palabras, supliera el atropello de los oros y los azules; en que nos conmoviera no la belleza visual, sino la profundidad de los sentimientos, o el interés de una historia no menos rica en misterios, cuyos personajes vivos en los libros, revivían al leerlos. El oro no estaba ya en las máscaras, sino en palabras que nos forzaban a la lectura reiterada. El tiempo, para mí, de Guerra y paz

            Este nervio que llevará a discutir «el prestigio de las imágenes» frente al poder de la palabra se describe con:

La edición de Guerra y paz publicada en estos días por [El Aleph editores y] este Taller, fruto de cuatro años y medio de trabajo, pero también de una vida marcada por lo que, según muchos, es la mejor novela jamás escrita, ha sido una sucesión de coincidencias, percances y sorpresas dignas de un sainete, obstáculos a duras penas superados, problemas con soluciones felices y, sobre todo, momentos de gracia probablemente suscitados por el mismo texto de Tolstoi.

Rodeado de amigos que han vivido esta aventura muy de cerca, influido y alentado por ellos, he decidido narrar los hechos para beneficio de generaciones futuras de jóvenes editores.

Si las hay.

El cierre puede desconcertar por el guiño a La edición sin ediciones (Era, 2001) de André Schriffin (París, 1935), pero en todo caso tiene una intención alegre y positiva frente a sus colegas que le leen. Editar Guerra y paz hace un recorrido ameno por las intenciones de traducir y editar la mejor versión al castellano de la novela. Uno de los motores será enfrentar los errores, malas intenciones y desencuentros en el trabajo de José Laín Entralgo y Francisco José Alcántar, editado por Planeta en 1998. Para realizar la titánica labor, Lydia Kúper (Lodz, 1914-2011) traduce y corrige del ruso y francés al castellano con determinación filológica y puntiaguda voz poética, Ricardo Di Fonzó realizó el seguimiento a las correcciones limpiando el documento, José Luis Casares corrigió «de primeras», Elsa Otero hizo de correctora y verificadora, y Mario se volcó sobre el documento general, con penúltimas lecturas, contemplando notas, ultimas revisiones e impresiones finales.




Las labores editoriales finalizaron en agosto de 2003, debido a la cantidad de «correcciones gordas» no previstas, dando paso al financiamiento, resuelto de manera fortuita con el apoyo de inversionistas amigos y aventureros. El tema no fue sencillo, pues era necesario asumir los costos de un proyecto largo aliento que, por suerte, contó con la solidaridad de personas como Eduardo, el ilustrador que elaboró las cubiertas sin cobrar. Aunado, estuvo presente el rumor de otra traducción, en ese caso a la «otra» versión original más breve, disminuida y de bolsillo elaborada por Zajarov, que le quitaba toda la «carnita» a la novela y modificaba el tema de la muerte del príncipe Andéi y Petia Rostov. Al final, aquella imagen histérica se apacigua con la puesta en venta de Guerra y paz, apostando no sólo a esos «editores jóvenes», sino también a los lectores jóvenes, «si los hay».

 


miércoles, 8 de junio de 2022

Vida librera, Casasola

Hombres en una biblioteca: Casasola
vida librera 



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Imaginario lopezvelardeano.

Es 1910 y Agustín Víctor Casasola (CdM, 1874-1938) fotografió a estos «Hombres en una biblioteca». Para entonces, el joven veinteañero Ramón López Velarde se encuentra a seis años de su debut poético con «La sangre devota», aunque ya cuenta con experiencia autoral. Son los prolegómenos Revolucionarios de los que afirma José Luis Martínez que «En aquel año, López Velarde, junto con algunos de sus amigos, se une a la causa maderista. Cuando Francisco I. Madero es aprehendido y llevado a San Luis Potosí, el poeta lo conoce, excursiona con él por los alrededores de la ciudad, actúa como su defensor y, acaso, colabora en la redacción del Plan de San Luis». Tesis cuestionable, materialmente imposible. En la imagen, más allá de la descripción que puede provocarnos, tres individuos se encuentran absortos entre lecturas y anotaciones. Aquí no es posible imaginar al jerezano, pues esta biblioteca indeterminada se encuentra en la Ciudad de México, pero sí podemos situarlo en otro escenario provinciano similar, donde el trabajo intelectual estuvo bañado de luces y oscuros.

Las portadas de libros Richar Baker

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