lunes, 29 de junio de 2020

El cierre de una librería, comentarios




Entre la rapiña y el distanciamiento empático

El cierre de una librería, comentarios

 

Edgar A. G. Encina


En el último par de semanas de junio la noticia de que la librería «A través del espejo» remataba todo material en existencia acaparó el sentimiento de inanición en el sector cultural mexicano. El negocio, que inició en la Ciudad de México en 1995 pero con raíces histórico-familiares extendidas hasta la segunda década del siglo xx, decidió bajar la cortina a causa de los estragos financieros acusados por la pandemia del COVID-19. Como reguero de pólvora, las redes sociales y distintos medios de comunicación se dieron a la tarea de reproducir la oferta con aroma a esquela: «Muchas gracias por interesarte en adquirir libros. Estamos regalando los libros que están afuera de la librería, los demás [al interior] están con el 50% de descuento. Te esperamos de 11 a 19 horas hasta el 30 de junio, el último día de la librería».

Para el domingo 28 la cobertura del acontecimiento devino en la edición de documentos y videos en los que se subrayaba la gran afluencia de compradores que llegaban a hacer fila de espera hasta por tres o cuatro horas. Con entrevistas a los trabajadores-administradores del local y a los asiduos, el anecdotario se hacía acompañar por sentimientos nostálgicos que parecían enaltecer a los concurrentes; héroes en una guerra perdida donde los derrotados se deshacen de sus huestes y muertos y los ganadores recogen de los escombros las ganancias. En una librería que por tradición ofertaba títulos a costos bajos y accesibles y que ahora remataba a precio de ganga, la fotografía se repetía con distintos rostros; seres que se cargaban de libros y libros hasta donde fuera posible cargar con los brazos. Con el buche lleno.

            Como campeones al hombro celebrando la victoria, los entrevistados se ufanaban con las pilas de libros en los brazos y en el inconsciente dejaban la idea de glorificación. Acudían en ayuda del desvalido. Pero en lo profundo algo no encaja. Esta librería como todas las del país: independientes, de doble uso y de viejo, han nadado a contracorriente siguiendo afanosamente el sueño cultural y civilizatorio que encarnan los libros sin anteponer las ganancias financieras. Es claro, la pandemia es gasolina a un fuego que se alza altivo, chispeante, crujidor. El sector de las librerías es uno entre todos los engranajes económicos y no ha podido quedar exento de los daños. La lista de damnificados es enorme y crece sin consideración; armadoras, manufactureras, hoteles, changarros, papelerías y hasta donde la imaginación permite.

Acá el tema es doblemente sufrido. Es el mundo de la cultura y del arte. Un espacio donde se lucha explícita e implícitamente contra los males del mercado y el neoliberalismo y, sin embargo, la empatía es doble cero a la izquierda. ¿Dónde estuvieron estos compradores prestos hace seis meses? ¿Dónde estuvieron para las compras de navidad o del 14 de febrero, por ejemplo? No hay gloria en recoger pepitas del río cuando los mineros mueren dos kilómetros antes. No hay gloria en alimentarse del vertedero sin llevar agua al frutal. Son imágenes encontradas de héroes ufanos que vacían anaqueles y libreros, fotografías cercanas a la rapiña que vistas de cerca la diferencia no parece existir. Frente al espejo no descubren los desfiguros o acaso evitan la fealdad propia. La tradición librezca de la familia Hernández corre por sus venas; seguro vendrán en pocos años con otra librería, porque está en ellos lo de comprar y vender libros, pero que nadie excepto ellos se ufanen de llorar sus muertos y partidas y de volver.

·

P.D. Hoy la librería «El laberinto cultural» de Guadalajara anuncia la venta de todo a 50 pesos, pero no veo ni a los medios ni a los compradores emulando en ejercicio, ¿a qué se deberá?


viernes, 19 de junio de 2020

la primera feria del libro virtual/digital en México

Armar sin desarmar

Notas a la primera feria del libro virtual/digital en México

 

Edgar A. G. Encina


Artículo publicado en la revista electrónica Quehacer 

 

 

Al momento de redactar estas líneas ninguna fuente oficial ha confirmado que la Primera Feria Virtual/Digital del Libro será en Zacatecas. Tampoco lo han negado. Es posible que el mutismo responda a la celebración de las xxiii Jornadas Lopezvelardeanas 2020 que requiere atención distinguida y no desean factores aledaños disminuyendo la atención y/o que a partir de esa experiencia es que medirán los cómo, cuándo y para qué de lo que vendrá. La indecisión es notoria desde el adjetivo.

            Ha sido un final de fotografía entre Zacatecas y Chihuahua, lo que indica también que el ejercicio puede ser a la par, y será organizado entre los Institutos Culturales estatales y la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana. Esta última, en voz de su coordinadora de ferias Lilia Ponce León, se ha pronunciado capacitada para el evento pues han elaborado una estrategia de márquetin y soporte-plataforma digital que les permitirá atender hasta 600 usuarios por minuto. De entre lo que se espera, no haya costo por envió.

Hasta aquí el tema pasa por decolorada información que va a la agenda histórica de las nuevas realidades 2020. El color aparece cuando sabemos que los estados inmiscuidos se lo han pensado acusando temas de financiamiento y a que las experiencias con la caniem no han sido del todo satisfactorias, porque —digámoslo como es— lo mejor de las últimas Ferias de Libro, salvo una excepción por anualidad, vinieron de las producciones locales, de las propuestas independientes y de la imaginación institucional que hizo maroma, teatro y música para cobijar las tristes carpas de agremiados que siempre se quejan de las ventas.

En el entorno existen retos, sobre todo por la exposición de actividades que se duplican, empañan y distraen auditorios. Apremia a mutar a formatos interactivos, vitales y propositivos. Hacer del modelo tradicional el punto de inicio para mostrarse nuevo, sin acartonamientos ni idiosincrasias tan del siglo pasado. Esto lo saben los organizadores y el público, ávido de productos e interactividad, pero ¿lo sabrán los participantes?

Personalmente aplaudo una Feria Virtual/Digital del Libro. Se aprende en el camino; son tiempos para la novedad y la propuesta. Empero, bien valdría considerar ampliar la invitación en pro de la bibliodiversidad. Un ejemplo es la Red de Librerías Independientes, que ofertan más de 80 mil títulos entre nuevos y no tanto; opción distinguible frente a los intereses trasnacionales de caniemLa Reli, representa un vínculo real y tangible con la producción nacional, pues se ha ido estableciendo como puente con editoriales, promotores y creadores independientes, no sólo con distribuidores bibliográficos. Son una voz que canta ranchero el desierto —en palabras de la abuela—. El tema de la Feria no pasa ya sólo por la divulgación-promoción; se trata fundamentalmente de fortalecer la industria nacional del libro que vive tormenta y va en una barcaza que se hace añicos.

Otro ejemplo son los productores locales; editoriales, promotores, librerías, autores libres e independientes. La empresa editorial local urge sostenibilidad y este evento colaboraría en las finanzas y en la ampliación del consumo local. Marco sólido. Hay ejemplos exitosos del modelo virtual en otras ciudades, no las cito porque son contextos distintos, pero Zacatecas bien puede ser fórmula de implementación nacional donde todos caben ponderando lo propio, lo «íntimo [del] decoro». La aparición de grandes obras y de enormes autores no es por generación espontánea, pues además de los factores individuales también hubo otros comunales que permitieron su existencia, uno de ellos es la cultura letrada que nace de lo regional, porque lo regional es excéntrico.

Días atrás nos enteramos de que Compostela en España organiza también lo suyo con el lema: «No contagian, pero enganchan». Allí lo tienen. Fino, elegante, dirigido: el producto es el libro y el interés es local-nacional; un correo a nuestros editores y libreros sumarán para bien, sin duda, y marcarán la trayectoria a un 2021 aún con Covid, pero bien leído.

Sin descripción disponible.

Las portadas de libros Richar Baker

  Las Portadas de libros de Richar Baker   Edgar A. G. Encina   He descubierto el trabajo de Richard Baker (Baltimore, 1959) en una...