sábado, 9 de octubre de 2010

Amargadeces de la limpieza bucal

¿En qué se piensa cuando se está en el consultorio del dentista?
En la etapa de chistes malos, gustaba del: «de no ser esto, hubiera elegido la ginecología. De no ser rico sería, al menos, feliz» y de ahí devenía otros, igual sobre oficios y trabajos, que terminaban en el «ser dentista no puede ser del todo bueno; eso de andar en boca de todos…». Alguien me dijo que reflejaba miedos con esos comentarios. Nunca dije que no. <> Ahora, sentado-recostado, mientras escuchaba el taladro partir la muela que me había hecho imposible la vida un par de días atrás, no podía pensar nada. Nada apareció cuando las inyecciones anestésicas, nada apareció cuando el martilleo, nada cuando el médico presionaba sobre mi quijada. Nada, nada a pesar de la fuerte luz de la lámpara sobre mi rostro. Lo que apareció fue un alivio cuando el asistente me vio e hizo la mueca de «fue todo». Y, así, nada me vino a la mente… <> De esto, entiendo que no soy parte de ese 8 o 15 por ciento de personas que le tienen fobia al dentista. Pero sí sé que soy ese otro parte del porcentaje que presenta ciertos malestares y ansiedades. No, no padezco «dentofobia». Pero sí padezco recelos y miedos con el dentista… <>

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