lunes, 31 de octubre de 2011

Mirada neófita

O de cómo aún la tecnología le adeuda al arte

1.
Es la primera vez que escucho el nombre de Rafael Coronel (Zacatecas, 1931). Me han dicho que es pintor mexicano, que es oriundo de una provincia cuyo nombre remite al sonido del zacate y los aztecas, que debería conocerlo; quizá me agrade. No querido guardarme la duda; curioseo en la web. Descubro su página electrónica; han posteado algo así de 84 imágenes entre «obra reciente», «obra gráfica», «colecciones» y «dibujos», además de anexar el «currículum» y «críticas» [http://rafaelcoronel.com/index.html]. Sigo navegando. Hallo que un museo lleva su nombre y la calificación profesional lo ubica como el «representante del nuevo expresionismo mexicano», porque antes estuvieron los de la etapa primera con David Alfaro Siqueiros (Ciudad de México; 1896-1949), José Clemente Orozco (Jalisco; 1883-1994) y Diego Rivera (Guanajuato1886-1957). Continúo leyendo; siento que un paso en falso me destrozará en la caída. Dicen que su trabajo es «personal» e «intuitivo»; una «deformación de la realidad» en «colores violentos» de «reflejo amargo»; sus cuadros irradian de «forma subjetiva» la «temática de soledad y miseria». Para ser honesto, me parece una burla tramposa. Que es «personal» e «intuitivo», «deformación» de «reflejo», «subjetivo», no es cliché ni pretencioso; es derroche grosero del lenguaje, abuso estulto; prefiero los puntos suspensivos del decir acallado.
. Determino abrir dos pestañas. En la primera, navego imagen por imagen, cliqueándolas por separado. En la segunda, me detengo en los escritos que ha provocado. La idea es contrastar lo uno con lo otro y lo uno; descubrir lo que ya de por sí en/para el arte es hasta grosero.
. Primero, al azar abro «Le arranqué la flor», de 2008; es un acrílico de 80x100cms., de fondo grisáceo. Es el retrato de un hombre viejo con barba pronunciada, curvada, canosa; viste en túnica oscura portando ese enorme sombrero de 180 grados. Tiene en la mano derecha, pegado al costillar, lo que parece el rostro de una mujer de mirada y rostro hierático. El cabello de esa cara femenina es coronado por flores rojas, quizá claveles. La mano derecha, elevada a la altura de la nariz, ha tomado una de ellas para encontrarse con la vista pulcra del anciano.
. Segundo, leo que Sergio Pitol (Puebla, 1933) ve cómo «[…]Coronel preparaba su obra, pude contemplar el proceso de la creación y el júbilo con que se entregaba a ella. En tales momentos el Universo se concentraba allí, entre aquellas cuatro paredes, y poco a poco los papeles se iban poblando de seres». No me dice nada; acaso del proceso creativo, es posible que sea el relato literario de un personaje omnipresente que, desde lejos, mira a otro actor preconcebido haciendo. Insatisfecho, me hago de la vista gorda. Otro escritor, Salvador Elizondo (Ciudad de México; 1932-2006) afirma que «[n]o todos tenemos el privilegio de una leyenda, Rafael Coronel inventó la suya y se inscribió en ella. Ha creado personajes cuya leyenda sólo él conoce y de la que solo comparte con sus admiradores su forma vista sobre un fondo abismal de la vida, bajo una luz que emana no solo del sol, sino de la paleta y de la mano del autor que los ha creado. A veces las figuras parecen emerger del fondo como si fueran parte de él, otras se destacan del fondo como estatuas policromadas discretamente. Una síntesis misteriosa entre la apariencia y la realidad».
. Más conforme, el teléfono ha sonado. Una llamada me recuerda que debo atender un compromiso. Cierro el navegador y apago la computadora; otro día seguiré. Apenas entiendo que el tal Coronel pinta, que sus cuadros son expresionistas e impresionistas, que es osado, disciplinado, pasional en su trabajo y mítico, hermético, secretista en su labor discursiva.

2.
Aún quedan a deber tecnologías como la internet o la fotografía, en lo tocante a la fidelidad y el respeto al arte. A años luz, la primera, y a una distancia considerable, la segunda, de siquiera acariciar el aroma de expresiones como la pintura, son infieles amantes que hablan mal y le crean una reputación dudosa. Para el navegante común, coleccionar imágenes y/o postearlas en sus perfiles, blog’s, tumblr’s o canales de identificación puede ser un juego sin riesgos en las que alcanzan viables definiciones, gustos y/o anexiones. Sin embargo, es un aspecto frío, distante; pues el ícono se traduce como el sello impuesto frente a un espejo que no alcanza a dimensionar la fuerza del tema, el manejo de las técnicas o la vida de las superficies, por nombrar algo de estos vacíos. Quizá alcancemos en vida a descubrir cómo del monitor se resaltan las texturas de los grabados; es probable que nuestro celular destelle un haz de luz sobre la nada con aquella escultura; es deseable que al leer un libro en la tableta también nos impregnemos del olor del papel. Pero, por el momento, son buenos deseos para soñarse.
. Y, es que es traidora la internet. Por ejemplo: cómo es posible hacer que un despreocupado ente que surfea por las olas de la web sienta el corte incisivo de plantarse frente a una obra de Coronel; cómo estimular el movimiento en detalles mínimos, en el caso del relato en la flor que se enfrenta a la mirada cavilante; cómo explicar que ante la tercera etapa expresionista actual, la del artista sigue vigente, sin trasmutación ofensiva del tiempo ni vacilaciones objetuales. Si bien, las plumas que enfrentan al arte son delicadas, solemnes y constructivas; si bien pueden paralizarse ante filosofismos wittgensteinianos de las posibilidades del cuerpo; si bien puede acariciarse simplemente los gustos, es una plataforma humanizadora-humanizante sin explotar. Qué será de nosotros si nos limitásemos a teclear, postear, subir y bajar lo que fuera en la red. Qué será cuando seamos tantos que la magia de trazos como los de Coronel sólo se limite el mundo viajante a ver, ver, pasar y dejar pasar…
. He querido exponer un ejercicio básico. Es verdad que los océanos electrónicos llevan y traen enormes cantidades de todo en sus mareas. Sin embargo, al menos al tiempo por la experiencia, parece funcionarles mejor a las bases de datos, porque en terrenos de la cultura y el arte es perceptible que estamos en edades paleolíticas. El caso de Coronel es representativo de otro innumerable cifrado de nombres, porque las expresiones artísticas siguen proponiendo y alimentándonos, mientras que la internet observa, con enormes ojos, casi asustada, preguntándose cómo reproducir con fidelidad aquella expresión. Por ello, aún azuzando lo que la literatura puede decir de la imagen pictórica, falta tanto que un original parece una ballena, bufando, cerca de nuestra balsa, lo trágico es que mis acompañantes no saben nadar y le temen al agua.

sábado, 29 de octubre de 2011

Del mal al que Carrasco aprendió a curar en el mítico Oriente

Un cura -sustancial- para la enfermedad -primordial-

Te has enfermado. Es inevitable. Si estás aquí o lees estas palabras la toxina ya vive en tu cuerpo. Debes escuchar o la muerte con una bolsa de sífilis, gonorrea, gripe venezolana y drogas de mala calidad te visitará en cuanto des la vuelta. Deberás tomar las indicaciones igual a las pastilla que te dio el médico para no embarazarte o para quitarte ese dolor que te impedía la movilidad. El comprimido es más grande de lo acostumbrado; tragarás fuerte. No garantizo jarabes con sabor a cereza u olores frutales; serán espesos, rasposos. Quizá las inyecciones te dejen dolorida la nalga y tengas que maldecir a la enfermera. No es culpa de ella. Los costos parecen bajos; no te confíes. Sobrevendrán rebotes, luego no habrá seguro médico que las costee. Cada recaída será mortal. Sólo caballitos de tequila, breves sorbos de mezcal, enormes cantidades heladas de cerveza o algún selecto whiskey por la tarde podrán engañarte, hacerte creer que la enfermedad cedió; es el placebo corroyendo tu hígado. Creerás que ya has tomado la medicina, que estás a salvo. No es así. Es un virus contagioso, crónico, insalvable, terminal; aparece una y otra vez, fuerte, tan duro que no habrá calor en las sábanas que alivien el pesar. Luego de infectado, el paso de regreso es irrealizable. La pandemia asedia. Todos, todos, han enfermado.
. Dicho lo anterior, la ciencia, las religiones, los investigadores, los brujos, tienen una fórmula, tan secreta, tan hermética, tan mística, que sólo los iniciados la reconocen. Así, acomete lo siguiente.
. Haz un alto. Apaga la televisión. No enciendas la computadora. No te dejes seducir por los ritmos de la música que palpitan dentro. Lucha. El esfuerzo deberá ser supremo. Manda al más recóndito lado de la razón o del subconsciente los ruidos que te acechan. El tono del mensaje o de la llamada entrante en el celular no importa, si fuese trascendente estarían aquí, ahora. Abandónate a tu íntima soledad. No permitas que la memoria te avasalle. Tus corridas infantiles, tus aventuras adolescentes, tus amoríos juveniles, tus tropiezos, no importan. Nada importa. Sólo tú. Ahora, obsérvate rodeado de ti mismo. Solo. Los muebles tienen tu toque. Las personas que te rodean son clones tuyos, imperfectos por una seductora falda o la cabella larga o un pantalón ajustado; por unas cejas pobladas, unos labios maltratados o una loción que te marea. Descúbrete en el mundo y desconfía. Desconfía con temeridad, del porqué es tú y te engaña queriendo ser tú.
. Ahora ve lo que el maestro Emilio Carrasco ha pintado. Una sigilosa y furtiva pócima te depara viendo la «Memoria de oriente». Es un ungüento a las cansadas almas, untado con la mirada del autor. Las indicaciones son tajantes. Intenta detenerte en algún detalle. Fíjate en las líneas danzarinas. Es una mujer que baila y se reproduce, como tú en los demás. Es un cuerpo femenino que se contonea en ritmos tenorios; lento, callado, para ti. Al tiempo, las impresiones te destantean; confundido ves rostros o empalmes. Dudas, pero no puedes suspender. Dudas y sigues. Su cadera se ensancha, se adelgaza; saboreas la sal de su sudor en los labios. Sus senos se levantan, son más robustos o pequeños. Su cintura se alarga, junto con esas piernas que parecen gritar tu cercanía, para luego cerrarse, piernas y cintura, hasta ser un trazo señero. Empótrate en los colores. Pretende descubrir su lenguaje. Escucha lo que se dicen entre ellos y los susurros que te pellizcan el lóbulo de las orejas. Son cachondos, juiciosos y respetuosos. Son lo que dicen; que un tono se lee en la tranquilidad, que otro para la sabiduría, que ese es para el amor y aquel para ocultarse en las noches. Son lo que dicen, pero a su vez no tienen límites en su haber. Son para eso; para animarte el espíritu, para darte un breve respiro en la cotidianeidad, y la cura de un virus que se traga en enormes sorbos tu sangre.
. Carrasco tiene una cura, por lo menos una más duradera. El medicamento que nos vierte penetra y suerte efecto con las mismas capacidades al mal que combate. Entra por los ojos y la piel. Se escabulle similar que amante temeroso de ser descubierto. Baña el cuerpo y su veracidad mora en las veces que te detienes a observarlo. Debes poseerlo. Si en algo estimas tu salud, pregunta cómo conservarlo. La boticaria, acá galerista, se hará de la vista gorda y no te pedirá la receta; al fin y al cabo estás desahuciado. Decídete por uno de sus cuadros, como con el antigripal al que recures para no dormitar por el día. Todos contienen la cura. Fueron pensados para aliviarte los más indescriptibles de los dolores conocidos. Es difícil que halles esto en otro lugar. Es pintura hermética-mágica-mística; aprendida-aprehendida en el oriente con los saludos, el reconocimiento y los ojos alargados; proviene de antiguas técnicas, del viejo manejo de los inventores del papel, de los iniciadores del antiquísimo secreto del traspaso de las ideas sustanciales. Esta obra contiene la velación del profundo respiro, de la insoldable memoria del tacto; de lo impronunciable y profundamente propio.
. Sin embargo, tengo una última cosa que decirte. Se conocen algo de los síntomas. Se sabe poco de cómo combatir ese sufrimiento. Aún se ignora una fórmula real de sanación. Ora, medita, paga tus cuentas y voltea a Oriente; quizá ese sol que nace tenga el secreto por las mañanas. Haz el amor, toma bebidas espirituosas y peca como nadie; ten en tus paredes obra de Carrasco; apréciala porque ya tiene tus secretos, la irreverente fuerza del creador hecho que sigue atreviéndose y la cura para sanarte en las afecciones, que no lo sientes pero ya han empezado por mordisquear tu corazón. Luego, seguirán tus ojos.

viernes, 14 de octubre de 2011

Primer Congreso Internacional sobre Literatura y Artes Visuales

Primer Congreso Internacional sobre Literatura y Artes Visuales
Guadalajara, 30 de noviembre y 1 de diciembre

Programa

Miércoles 30 de noviembre
9:00-11:45. Registro de los participantes
12:00-13:30: Conferencia inaugural.
. Franc Ducros, “Un libro, un poeta, un pintor: Mallarmé y Manet”.

Mesa 1. Adaptaciones y convergencias
. Lauro Zavala, “La representación de los escritores y los artistas visuales en el cine de ficción.
. Guadalupe Mercado Méndez, “De lo inefable en cine y literatura”
. Marta Beatriz Ferrari , “Literatura y cine en España..."
. Renata Armas Bermejo, “Del teatro shakespereano al pensamiento en el cine de Kurosawa”.

Mesa 2: Textos pásticos
. Hariet Quint, “El poder de la imagen en la conversión y alfabetización de los antiguos mexicanos”
. María Guadalupe Mejía Sánchez, “Bailadora de jarabe, texto pictórico de Saturnino Herrán”
. Ricardo Castillo Sevilla, “Un retrato, siete apuntes y un boceto para un estudio de Pintura y verdad: la palabra enmascarada”
. Silvia Quezada, “El Retrato de Rebeca Uribe con el ojo de Martha, de Juan Soriano”.

Mesa 3: Adaptaciones y convergencias II
. Carlos Zermeño ,”Los parentescos del diablo: estética y transposición en Alucarda”
. Clara Cisneros, “La obra de Nikos Kazantzakis llevada a la pantalla”
. Ma. Mercedes Galván Dávila, “Los de abajo: novela y película”Gabriela Torres, “La frontera literaria en la película Fuego de Guillermo Arriaga”.

Mesa 4: Concomitancias I
. Gonzalo Leiva Quijada, “Imaginarios melancólicos en Chile: visualidad y palabras a finales del siglo XX”.
. Dulce María Zúñiga, "El arte de la acuarela y el tedio como arte. La vida instrucciones de uso de Georges Perec".
. Luis Jorge Aguilera Gómez, “Venus: el arte y sus efectos en el espíritu”.
. María del Socorro Guzmán Muñoz, “La representación de la madre en la poesía y la pintura decimonónicas”.

Jueves 1 de diciembre
Mesa 5: Concomitancias II
. Marco Aurelio Larios, “El imaginario colectivo y su trasvase a los lenguajes artísticos y literarios de una época”.
. Carlos Ramírez Vuelvas, “Poética de lo inmediato: la apropiación crítica de la realidad de Marcos Ramírez Erre”.
. Alberto Rodríguez González, “La eternidad como artefacto: el café de nadie y el presentismo estridentista”.
. Manuel Romero Gómez, “La letra y su superficie. Acercamiento a la poesía visual”.

Mesa 6: Textos plásticos II
. Gabriel Gómez López, “El poder de la imagen en los relatos de la ficción sobre pintura”.
. Gerardo Gutíerrez Cham, “La pintura y el cuerpo reinventado en Palinuro de México, de Fernando del Paso”.
. Casandra Elizabeth Gómez Alvarado, “El manejo de la figura grotesca: El niño con orejas de Vicente Molina Foix y la estética fotográfica de Joel Peter Witkin”.
. Liliana Molina, “Poemas plásticos, Villaurrutia y la pintura”.

Mesa 7: Adaptaciones y convergencias III
. Jesús Eduardo García Castillo, “Ampliaciones del concepto ‘narración’: las adaptaciones teatral y cinematográfica de Los albañiles, de Vicente Leñero”.
. Víctor Hugo Amaro Gutiérrez, “Palabra e imagen surrealista en Penélope de Leonora Carrington y Alejandro Jodorowski”.
. Cristina Díaz Padilla, “La violencia en Rubem Fonseca y Paul Leduc: del texto literario al texto fílmico”.
. Luis Martín Ulloa, “El cine en Melodrama” de Luis Zapata.

Mesa 8: Transposiciones II
. Joanna Zeromska , “Reverberar / Resonar: El apuntalamiento visual en imágenes poéticas de carácter sinestésico”.
. Reyna Hernández Haro, “La novela-guión de Antonio Skármeta: una poética de la imagen”.
. Teresa González Arce, “Señoras y señores: el retrato literario en Juan Marsé”.
. Blanca Estela Ruiz, “Trespatines, un negrito de blanco humor. Boceto del retrato de un personaje tipo del teatro popular cubano”.

Mesa 9: Aproximaciones teóricas
. Herón Pérez Martínez, “Las formas mixtas en la textualidad literaria: el discurso emblemático”.
. Alberto J. L. Carrillo Canán, “¿Falla el criterio narrativo de la diferencia entre el tiempo de la historia y el tiempo del discurso?”.
. Marco Ramírez, “El espacio escénico en la comunidad del mundo ficcional del drama”
. Rodrigo García de la Sienra, “Figuras de archivo”.
. Andreas Kurz , “Walter Benjamin y Xavier Villaurrutia ante el cine”.

Mesa 10: Textos plásticos III
. Cecilia López Badano, “De Arcimboldo a De Kooning: la huella pictórica en la narrativa de Roberto Bolaño”.
. Helga L. Vega Carrillo, “El realismo, elemento mágico en la plástica de Jorge Martínez”.
. Edgar Adolfo García Encina, “Líneas que se pintan y escriben. Apuntes, notas y acercamientos al libro estético del XIX”.
. Humberto Ortega Villaseñor y Raúl Aceves Lozano, “Peces en tránsito hacia la luz: una experiencia de co-creación”.

Conferencia de clausura
. Arturo Camacho, “La Divina Comedia: de ilustración piadosa a Iconografía ancestral”.

De las Presentaciones de libros

  Jan Saudek, Marriage presentaciones de libros Notas para un ensayo   Edgar A. G. Encina       No recuerdo donde leí a Mario ...