Juana «la loca» (Toledo, España; 1470-1555) representó cierta fascinación para los románticos decimonónicos europeos. Prueba de ello están algunos retratos inspirados en su figura y actuar regados a lo largo del viejo continente. El, quizá, ejemplo más conocido, representativo-titular de estas líneas, es la obra «Doña Juana “la Loca” ante el féretro de Felipe "el Hermoso"» de Francisco Padilla y Ortiz (Zaragoza, España; 1848-1921), pintado en 1887, que ahora pertenece a la colección del Museo Nacional del Prado (www.museodelprado.es). La historia de aquella que fuere reina de Castilla por algo así de 50 años (de 1504 a 1555) y luego viviera encerrada en las Tordesillas de Valladolid, primero por orden de su padre Fernando «el Católico» (Aragón, España; 1452-1516), luego de su hijo Carlos V (Gante, Flandes; 1500-1558), le dio un toque biográfico que desbordó sentimientos, inspirando a las artes para recrear y especular sobre su vida y demencia. Con el transcurso del tiempo, el debate sobre su salud ha proveído varios diagnósticos que caminaron por el tema del celotípico y los delirios; la calificación católica-cristiana fue contundente: endemoniada. Los estudios actuales la han calificado de psicótica-esquizofrénica-tipo-paranoide [para adentrarse mejor al tema, recomiendo un breve pero sustancial texto de Andrea Márquez López Mato titulado «Juana la loca, psicosis esquizofrénica», es posible descubrirlo en la web]. Contrario a la idea de quemarla viva en la hoguera del desprestigio, los asares su existencia contribuyeron a su mitificación.
Ahora bien, el «síntoma Juanita» -como he dado en llamarlo- está vivo, latiendo por todos los pasos que se escuchan al taconear las calles de la ciudad. Los males aquejan por principio a las mujeres, pero no se descarta la existencia de multitudes de hombres que le padecen. Estos son algunos de los síntomas:
Notas informativas/aclaratorias:
Ahora bien, el «síntoma Juanita» -como he dado en llamarlo- está vivo, latiendo por todos los pasos que se escuchan al taconear las calles de la ciudad. Los males aquejan por principio a las mujeres, pero no se descarta la existencia de multitudes de hombres que le padecen. Estos son algunos de los síntomas:
- llanto prolongado y sin contención en cualquier momento/lugar del día. Las noches de cambio lunar suelen motivar la condición y, a su vez, agravan exponencialmente la conducta;
- cambios de humor repentino. Es probable que el ruido y la falta de atención sólo-y-única al individuo le despierten, sin embargo esto es sólo una tesis, sus raíces son un misterio;
- el gusto por los bolsos, zapatos y utilería; el placer por los tintes, derrochar dinero y adquirir objetos inservibles son indicadores de que la enfermedad ha incubado sin remedio.
Notas informativas/aclaratorias:
- la cura está trabajándose en los laboratorios más prestigiosos-avanzados del orbe, a pesar del esfuerzo descomunal aún es imposible encontrar solución real al padecimiento citado;
- no debe confundirse en término «juanita» con el otro usado como «juanitas» que refiere a la utilización política de las mujeres para acceder a algún escritorio de servicio público-político, como diputado. Las «juanitas» son un sustrato rapaz de cierto partido verdoso en México, quizá haya más ejemplos en todos lares
- no debe confundirse el término «juanita» con el antiquísimo-tradicional de «doña Juanita», pues el segundo refiere a la noble tarea del servicio –al cual rindo pleitesías por su honorable labor-; sus definiciones son aún más complicadas y hermosas que el del primero.
P.D. Este texto ha sido inspirado por dos personas y un efecto. Las personas: mi «Shaparrita» y las manearas redacciones del señor Espinosa Zúñiga. El efecto, calentar motores este año que inicia, con temas que suelten poco a poco los dedos en el teclado invernal.
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