El Suspiro Amistoso
Un modelo de la
representación del ideal Femenino Decimonónico
Claudia Liliana González Núñez y Edgar A. G. Encina
Pareciera que la sensualidad, el buen gusto y la
notoriedad se manifiestan adheridos en la piel descubierta que parte de la
angostura delimitada por el cuello, los hombros y el torso. Otros detalles
acompañan la tesis como la mirada nostálgica, reflexiva; las manos sosteniendo
lo que paree una carta y un velo; el escenario que cobija a la zaga; el
aristócrata vestido del que reluce un fistol adherido al pecho, entre los
senos. La estampa titulada «Un Suspiro» afirmó Enrique Fernández Ledezma (Pinos, Zacatecas;
1888-1939),
en su Historia Crítica de la Tipografía
en la Ciudad de México, «refleja los atributos románticos de la época».[1]
La lámina, perteneciente a la colección del Presente
Amistoso Dedicado a las Señoritas de México, fue elaborada en cobre, con
las mejores técnicas, procedimientos y materiales conocidos, tenidos en la
época.
Presente Amistoso fue una importante
publicación anual editada por Ignacio Cumplido (Nueva Galicia; 1811-1887), que tuvo -puede
decirse- dos etapas. La primera, en 1847, suspendida a causa de la intervención
estadounidense en el país (1846-48) y de la que resultó sólo un número. La segunda, reanudada
con gran éxito en 1851. Los propósitos del órgano, amén de su distribución
anual, fueron «…recrear los espíritus, de difundir la instrucción de una manera
agradable, y de dar á [sic]
conocer los adelantos de la literatura y del arte tipográfico».[2]
En el «Prólogo del editor», firmado el diciembre de 1850, dice consagrar su
«…obra á [sic] las señoritas,
cuanto ella comprende debía serles agradable; y así, mezclando los artículos
descriptivos, morales y filosóficos, con los acentos melodiosos de nuestros
vates, he creído lograr el objetivo de reunir una colección selecta de
escritos».[3]
En «Un Suspiro» se encuentran, además de algunos puntos expuestos antes con
brevedad, la influencia y los prejuicios que las modas europeas y
norteamericanas ejercieron sobre las nacionales. A pesar del carácter
nacionalista de los textos, la reproducción de las imágenes no siempre
respondió a ese tenor. Observar, en la litografía, el cuerpo de la mujer dice
mucho, por ejemplo los rasgos de la nariz, las cejas, los labios, las mejillas,
no son facciones originales de un rostro mestizo, sino peninsular; el tono de
la piel simula el color de la porcelana, no el cobrizo o aceitunado más
adecuado. Es, sin vacilación, un modelo de la representación del ideal femenino
mexicano decimonónico, que el tiempo habrá de modificar, pero en ese momento
así fue delineado.
Algunos autores, por su lado, afirman que se trasluce la subordinación de
la mujer por el varón.[4]
Un rasgo notorio es la mirada en dirección
tenue hacia abajo. Con disimulo, la dama inclina sus ojos y la colocación del cuerpo y manos, en conjunto
suponen cierto acatamiento u obediencia. La idea no carece de valor cuando se
alega que quienes editaron, escribieron, imprimieron, dibujaron, son hombres
dirigiéndose a la mujer mexicana del siglo XIX, para educarla en los afanes que
creían dignos del tema.
Otro factor que no debe soslayarse es que las imágenes aparecen para
acompañar el texto, quizá como soporte imaginativo; sin embargo, no demerita su
presencia. La aparición de «Un Suspiro» no fue fortunita, pues exhibía el tema
nodal en algún artículo. Así, por ejemplo, las litografías de rostros femeninos
aparecieron ligadas a ejes capitales como la música, la literatura, el buen
comportamiento, la elegancia, el descanso, la lectura… Si bien, los textos
escritos fueron el grueso de la publicación los textos imaginados cumplen con
un toque, una forma y un diálogo que en considerables incidencias superó en
creces su recepción e interpretación.
Si, como se ha dicho, «Un Suspiro» refleja las creencias románticas de la
época, digamos que la obra las posee. El tópico es la mujer como el punto de
gravedad, pues aunque se alcanza a percibir un fondo, éste queda opacado por la
figura femenina, nuestra vista retorna a ella, muy al estilo del romanticismo
mexicano, los ojos del artista están anclados en la mujer. Ella es la musa y el
objeto de creación. En palabras de Monserrat Galí Boadella «diremos que el
romanticismo se vio desde el principio como un movimiento feminizado mientras
que la mujer se convertía en uno de sus temas principales».[5]
La estampa es la exaltación hacia la belleza de la mujer.
El propio título de la litografía, suspiro, es sugerente. El Romanticismo se enfoca en del ideal de mujer que para una época causa
ese soplo que sólo los enamorados suscitan. Esa exhalación divina, que ocurre
por el desbordado amor, capaz de morir al estilo los poetas. El equilibrio
romántico se alcanza cuando el espectador se percata del fondo de la obra: el
cielo y el jardín. La representación poderosa de la naturaleza hace posible las
imágenes, producto de la nostalgia y la melancolía, escenarios idílicos.
Un último apunte. La imagen que acompaña y motiva el texto es un extraordinario
ejemplo del arte litográfico mexicano decimonónico. Aún con el desconocimiento
de esta labor-expresión, su presencia en fondos reservados de afamadas
bibliotecas y colecciones privadas y públicas le implica como monumentos al
arte, del que aún no hemos escrito nada.
[Este articulo fue publicado por el suplemento cultural "La Guadlra" en la página 4 del número 54. http://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/lagualdra11062012op]
[1] Enrique
Fernández Ledezma, Historia Crítica de la
Tipografía en la ciudad de México. Impresos del siglo XIX, México,
SEP-Ediciones del Palacio de Bellas Artes, 1934-45, p. 104.
[2] Ignacio Cumplido en
«Prólogo del editor» del Presente
Amistoso Dedicado a las Señoritas de México, México, 1851, p.ii.
Existe la página
web «Revistas Literarias del Siglo XIX» en la que pueden consultarse de/sobre
el Presente Amistoso 100 documentos
de la edición de 1851. Revísese, pues, para más profundidad: http://www.coleccionesmexicanas.unam.mx/revistas.html.
Está también -recomendable- la edición
facsimilar del Presente Amistoso con
la «Presentación» de César Macazaga
Ordoño, publicada en 1976 por la editorial Cosmos.
[3] Presente Amistoso…, op.cit. p.ii.
[4] Cfr.
Lourdes Alvarado con «La prensa como alternativa educativa para las mujeres de
principios del siglo XIX» en Familia y
educación en Iberoamérica de Pilar Gonzalbo, México, El Colegio de México,
2002. Carmen Ramos Escandón con «Género e identidad femenina en El Álbum de la mujer de Concepción
Gimeno de Flaquer» en La República de las
Letra. Asomos a la cultura escrita del México Decimonónico, Volumen II
«Publicaciones Periódicas», México, UNAM, 2005.
[5] Monserrat
Galí Boadella, Historias del Bello Sexo, La introducción
del Romanticismo en México, UNAM, México, 2002, p. 27
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