Quehacer editorial:
el #21 y la impresión bajo demanda
Las marcas de la edición
Edgar
A. G. Encina
Una versión del presente documento fue publicada
en el número 85, vol. 5, de la revista QuehacerUAZ
Quehacer
editorial es una revista producida por Solar Editores y Ediciones el Ermitaño que está
celebrando, «contra todo pronóstico», 20 años de vida independiente. La revista,
que se edita para consumo en físico y digital, ha permanecido en el escenario
como «foro abierto de información, reflexión, análisis y debate en torno a la
edición en una época de rápidos cambios» buscando la «reflexión constante sobre
las ciencias y artes del libro, así como la opinión del lector a los lectores y
editores para que la asimilen», asienta en la página legal como parte de sus
propósitos idiosincráticos. Son destacables el par de décadas de vida porque a
los impresos ligeros les cuesta llevar las tormentas y porque se ha convertido
en medio preponderante para la exposición y el diálogo de y sobre la edición. Jorge
Herralde en El optimismo de la voluntad (FCE, 2009) la ubicó desde
2002 como pilastra de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara por «ser
el punto de encuentro profesional más importante y apostar decididamente por la
cultura».
El número 21,
que hace de conmemoración, es una cena en cuatro tiempos. El primero es la
ronda de artículos que subrayan y conversan las experiencias, los daños y los
retos que ha dejado la Covid en el
mercado editorial. El segundo es una mixtura entre Ferias del libro y Lectores,
subrayando la importancia de la presencialidad. Aquí destaca el «Diario de un
bibliómano enclaustrado» de Camilo Ayala Ochoa porque, de botepronto, en la elección
de palabras opta por bibliómano y no por bibliófilo. El misterio más o menos se
aclara a lo largo de las páginas del ensayo, en parte porque tiene el acierto
de contagiarnos sus preocupaciones sobre la fragilidad del sector, la tardanza
en la construcción de redes y la urgencia en que los universitarios entiendan
su papel de balsas de salvación, por ejemplo.
El tercero
tiempo está enfocado a los específicos de los quehaceres editoriales. La
disonancia en el menú la hace «El laberinto de la soledad bibliográfica: los
libros, el cine, y la literatura en Latinoamérica y Estados Unidos» de Lauro
Zavala que, por los tonos cítricos y el crujiente empaste de coacción, pudo
estar en la selección anterior. El cuarto es memoria de las Primeras Jornadas México-Chile
de Edición Universitaria y el Coloquio sobre los Futuros del Libro. El
encuentro «permitió explorar temas en torno a la cultura editorial, establecer
una red de estudiosos en el tema e integrar proyectos de colaboración sobre
investigación, profesionalización, edición, distribución y comercialización, escribe
Alejandro Zenker organizador del evento y director general de Quehacer
editorial.
Marta Kiss,
Reading and art
No quiero detenerme
en celebrar el mantenimiento de la publicación extendida ahora por dos décadas.
El valor y los méritos se explican solos. Lo que deseo es guiñar a una serie de
elementos que la publicación provee. Sin escapar de las discusiones que se
tienen, por ejemplo, sobre el dominio de Amazon, al que se suma Buscalibre, en
la venta de impresos y el daño a los ecosistemas libreros o al sopeso imparable
que se realiza entre el libro físico y el electrónico, aparecen temas poco
dialogados y no menos importantes de los que comento brevemente uno: el libro
bajo demanda (print on demand). El 24 de agosto el bibliófilo Alejandro
García Ortega colgaba en sus redes la novedad de haber adquirido Editar y
traducir. La movilidad y la materialidad de los textos de Roger Chartier
(Gedisa, 2020) con el siguiente post:
Cuando un
cliente ordena este libro se pone en movimiento una máquina que al menos
imprime mi ejemplar, copia fiel de los ejemplares que podemos adquirir en una
librería (presumo que en algún momento hubo un tiraje para la venta
tradicional). Entre 12 y 15 días, dice la publicidad y cumplen. Por lo demás,
el libro, la editorial, el autor, valen la pena. Se puede observar un ligero
matiz en lo que respecta al papel al que estamos acostumbrados los lectores de
Gedisa, pero si no lo digo, es posible que pase ni más ni menos que como un
libro digno de Chartier.
En Las
fiestas del libro (IZC, 2021) me tomo el tiempo con «Expreso» para exponer
personalmente el tema, animándome a predecir que en menos de una década ésta
será la manera más común que tendremos para acceder a un libro material, que
puede convertirse en la salvación de los libreros y:
Pienso que, uno,
el catálogo abre las puertas ad infinitum
con la posibilidad de que nada quede fuera de stock. Dos, que toda
librería y biblioteca universitaria debería tener como prioridad agenciarse la ebm. Tres, que han sido sumamente
astutos; si bien el nombre del invento refiere a la velocidad de entrega,
también alude a nuestra segunda máquina favorita y al poder que ejerce en los
lectores la costumbre del café.
En Quehacer editorial son
puntuales con Librántida [librantida.com] que ofrece en México lo posibilidad a
empresas editoriales dejar de tener libros agotados y garantizar la
distribución en las librerías nacionales a costos sufragables para los
involucrados. Con ello, en lo personal, veo cada vez más lejana la
imposibilidad de localizar una lectura, agotándose ese sentido de frustración
amarga.
Diseño de Gunter Rambow para la editorial S. Fischer Verlag
en la década de 1970