viernes, 7 de julio de 2023

Cuídate de la locura y lee diccionarios

 


Cuídate de la locura y lee diccionarios

 

Edgar A. G. Encina

Una versión de este documento ha sido publicada en la revista digital Memoria Universitaria, número 5, julio 2023, p. 50.

 

 

Los filólogos ortodoxos tienen un singular lema para el descanso veraniego: cuídate de la locura y lee diccionarios. La primera parte de la expresión responde a que es una época peligrosa por las altas temperaturas, a que es el tiempo ideal para las lecturas suaves y a que es cuando apuran los proyectos para ser terminados antes de que vuelva el ajetreo. Parece vano, pero visto a la distancia hay que tomar el sabio consejo de cuidar no deshidratarse, de leer algún novelón de moda y de que se debe priorizar pensando en cerrar el año con cierta dignidad.

Respecto de la encomienda: lee diccionarios, no siempre la he tomado a pie juntillas, aunque para este año me lo estoy pensando dos veces. Hace algunos días El país publicó «La cadena del libro explicada a un paseante», donde Javier Rodríguez Marcos hace una entretenida lista de términos de los que, amen de no estropear la recomendación, cito lo siguiente:

·         Literatura: ingrediente ocasional de algunos libros.

·         Autoficción: resultado de que una persona se mire en el espejo y vea un personaje.

·         Soledad: estado del escritor entre dos mesas redondas.

·         Novelista: todo ciudadano español mayor de 40 años.

Para atender el canon, he dispuesto de dos lecturas: el Diccionario de literatura para esnobs y (sobre todo) para los que no lo son de Fabrice Gaignault, traducción de Wenceslao-Carlos Lozano (Impedimenta, 2011) y Te voy a hacer una autocrítica. Diccionario para entender a los humanos de Perroantonio (Trama 2016), que es la «versión furiosa de José Antonio Blanco».




El primero es defensa ligera de los individuos sine nobilitate y de los prejuicios literarios que siempre llevan izada la bandera de la razón. Dice, por ejemplo, que Marguerite Duras fue:

Hacendada (y escritora) francesa, famosa por haber alquilado durante varios años una mansarda al gran escritor español Enrique Vila-Matas. Solía llevar jersey con cuello vuelto. Poco apreciada por los esnobs literarios, que se burlan de su infinita pretensión y su absoluta falta de humor: y a quien no les duelen prendas para reconocer sus preferencias por un registro femenino de figuras más auténticas y tendidas por mucho más interesantes, como Nathalie Sarraute, Violette Leduc, Béatrix Beck y, por supuesto, Hélène Bessette.

El segundo título fue escrito con navaja; el auto rebana cuellos y somete al lector en un peligroso filo del que pende la autocrítica y la mordaz verdad. Dice, por ejemplo, que la «ideología» es la:

Tumoración cerebral en forma de abultamiento córneo en la zona frontal del cráneo producida por la sedimentación amalgamada de ideas predigeridas y consignas. Provoca fruncimiento de ceño, restringe el campo de visión, tuerce la perspectiva y causa aberración óptica y cromática. En los casos más graves, el individuo afectado pierde sensibilidad general y tiende al autismo y a embestir a otros congéneres con la testuz. En el aspecto motriz genera gesticulación y verborrea, así como respuestas condicionadas de tipo pavloviano. Es una dolencia de muy difícil cura y a lo único que puede aspirar el terapeuta es a reducir con utensilios quirúrgicos l tamaño del tumor. Los comunistas chinos, sin embargo, dicen haber dado con un método, al que denominan reeducación (en inglés, torture) que atempera los síntomas de la dolencia.

 

Así que atendiendo el lema, recomiendo el descanso y la lectura de diccionarios o, como en mi caso, la relectura.




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