Cuídate de la locura y lee diccionarios
Una versión de este documento ha sido publicada en la revista digital Memoria Universitaria, número 5, julio 2023, p. 50.
Los filólogos ortodoxos tienen un
singular lema para el descanso veraniego: cuídate de la locura y lee
diccionarios. La primera parte de la expresión responde a que es una época
peligrosa por las altas temperaturas, a que es el tiempo ideal para las
lecturas suaves y a que es cuando apuran los proyectos para ser terminados
antes de que vuelva el ajetreo. Parece vano, pero visto a la distancia hay que
tomar el sabio consejo de cuidar no deshidratarse, de leer algún novelón de
moda y de que se debe priorizar pensando en cerrar el año con cierta dignidad.
Respecto de la encomienda: lee
diccionarios, no siempre la he tomado a pie juntillas, aunque para este año me
lo estoy pensando dos veces. Hace algunos días El país publicó «La
cadena del libro explicada a un paseante», donde Javier Rodríguez Marcos hace
una entretenida lista de términos de los que, amen de no estropear la
recomendación, cito lo siguiente:
·
Literatura:
ingrediente ocasional de algunos libros.
·
Autoficción:
resultado de que una persona se mire en el espejo y vea un personaje.
·
Soledad:
estado del escritor entre dos mesas redondas.
·
Novelista:
todo ciudadano español mayor de 40 años.
Para atender el canon, he dispuesto de
dos lecturas: el Diccionario de literatura para esnobs y (sobre todo) para
los que no lo son de Fabrice Gaignault, traducción de Wenceslao-Carlos
Lozano (Impedimenta,
2011)
y Te voy a hacer una autocrítica. Diccionario para entender a los humanos
de Perroantonio (Trama
2016),
que es la «versión furiosa de José Antonio Blanco».
El primero es defensa ligera de los individuos
sine nobilitate y de los prejuicios literarios que siempre llevan izada
la bandera de la razón. Dice, por ejemplo, que Marguerite Duras fue:
Hacendada (y escritora) francesa, famosa
por haber alquilado durante varios años una mansarda al gran escritor español
Enrique Vila-Matas. Solía llevar jersey con cuello vuelto. Poco apreciada por
los esnobs literarios, que se burlan de su infinita pretensión y su absoluta
falta de humor: y a quien no les duelen prendas para reconocer sus preferencias
por un registro femenino de figuras más auténticas y tendidas por mucho más interesantes,
como Nathalie Sarraute, Violette Leduc, Béatrix Beck y, por supuesto, Hélène
Bessette.
El segundo título fue escrito con navaja;
el auto rebana cuellos y somete al lector en un peligroso filo del que pende la
autocrítica y la mordaz verdad. Dice, por ejemplo, que la «ideología» es la:
Tumoración cerebral en forma de
abultamiento córneo en la zona frontal del cráneo producida por la
sedimentación amalgamada de ideas predigeridas y consignas. Provoca
fruncimiento de ceño, restringe el campo de visión, tuerce la perspectiva y
causa aberración óptica y cromática. En los casos más graves, el individuo
afectado pierde sensibilidad general y tiende al autismo y a embestir a otros
congéneres con la testuz. En el aspecto motriz genera gesticulación y
verborrea, así como respuestas condicionadas de tipo pavloviano. Es una
dolencia de muy difícil cura y a lo único que puede aspirar el terapeuta es a
reducir con utensilios quirúrgicos l tamaño del tumor. Los comunistas chinos,
sin embargo, dicen haber dado con un método, al que denominan reeducación (en
inglés, torture) que atempera los síntomas de la dolencia.
Así que atendiendo el lema, recomiendo
el descanso y la lectura de diccionarios o, como en mi caso, la relectura.
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