viernes, 3 de octubre de 2008

bUENOSaÍRES

Ante rem-post rem o un leve silencio Dennaciano

¿Qué sucede en el intervalo-frontera que se da entre lo ideado y lo creado? Quizá la pregunta necesite reformularse cientos de veces, sobre todo cuando representa un viejo problema filosófico que aduce a varias doctrinas del pensamiento. Sin embargo, las respuestas llevan a sitios semejantes. Afirmaría que a la misma habitación sólo que la réplica se postra en diferentes lugares y, ya en la simpleza, ello conlleva una perspectiva individualizada del cuadro. [A-R] Ante rem y post rem son dos respuestas, utilizadas primordialmente entre los siglos XI y XIV. Ante rem fue el argumento empleado por filósofos que tomaban la línea del pensamiento agustiniano para sostener la existencia de ideas innatas argumentando que los universales son ante rem, es decir, que existen antes en el espíritu que en las cosas, análogo al mundo ideal platónico. Post rem es la tesis opuesta, surgida con Roscelin de Compeégne llamada nominalista. Para ellos las ideas proceden de la sensación, vienen al espíritu a partir de las cosas y son, por la tonto post rem -parafraseando a Ramón Xirau-. [A-R] ¿Ante rem o post rem? Imagino a Denna sentado en su estudio, desordenado, lleno de elementos que sustraen o proveen de ideas. De pronto, sin que de pronto se ilumine en blanco la habitación o se cree un vacío debajo de sus pies, sin que medie divinidad alguna o el mundo excite alguna expresión, recoge un elemento de allí, de lo inmaterial y lo presente, no de una nube que surge de su mente o por medio de algún sortilegio fantástico sino de algo allá… [A-R] En ese lapso dado-provisto, entre lo ante rem y el post rem, con los dos o sin ninguno, aparece el silencio; leve resonancia sin asonancia, bello e inexplicable. No un silencio-pausa o un silencio-callarse sino un silencio-esencia. Un silencio que supera las pronunciaciones y balbuceos, notas entre las palabras y mutismos entre las fobias. Un silencio revelador, «silencio esencial [porque] es el que está en la palabra misma como en su residencia… [escribe Ramón Xirau en Palabra y silencio] es el silencio que expresa el silencio que, dicho, entredicho, visto, entrevisto, constituye nuestro hablar esencial». [A-R] Un hablar esencial postrado, precedido por el silencio-esencial que es y no ante y post. Quizá por ello Jovita Aguilar, en «Alucinogenia de Manuel Denna», vio un «artista-artesano», «[c]onstructor nato». Quizá, también por ello, Sonia Viramontes, en «30 minutos o gratis», ve al artista como un certero cazador que al «…dar en lo justo, está el punto que nos separa del artista que tiene el don de poder hacer visibles sus caprichos personales. En darse el gusto de sentir que su obra es realmente algo que producen sus manos, y que el resultado de la faena puede ser la cristalización de sus fantasías. Sueños que confunden y mezclan las cosas del mundo hasta que las cosas ya no pueden reconocerse y distinguirse en lo que eran». [A-R] Denna juega con los tiempos y las formas, hace uso de la impureza, recoge las fantasías pueriles para la hechura de su exposición. Se guarda en el silencio verbal para hablar en un silencio proverbial, para él el de los trazos y la pintura. Silencio pictórico e individual. Silencio Universal. Silencio Ante rem. Silencio Post rem. Silencio que, escribe Elsa Cross en «Bomarzo», «Nunca entendimos / si era uno quien mataba o quien moría […] Si la oscuridad, como decían los sabios / es lo que media entre el saber divino / y el humano, […] En la paciencia de las cosas / y sufriendo el dardo divino / encajado en frente y corazón […]».

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