lunes, 27 de octubre de 2008

Bunos/aires

Querida Rita Gallé:

[RG] Me he descubierto hablando un lenguaje que me parecía extraño, ajeno, que no debía ser mío y sin embargo lo he escuchado pronunciar de mi propia voz. Frases y palabras que me revelan más de lo que puedo ser, acrecentado al interminable debate filosófico o sobre un entrañable ensayo poético. Esos pronunciamientos los he hecho míos, los poseo y me poseen. Me dan identidad, me refieren a la manera de una cita, identificando mi discurso, haciendo innegable este ser heideggereano. [RG] Alberto Chimal diría que es el pasado que me anima y alimenta, lo tangible que se me deshace entre los dedos para reaparecer entre las palabras, los versos, las líneas, los colores, los silencios de Xirau… Sonidos del viento que se sacuden entre los de la ciudad permitiéndome respirar entre los ojos de los que van y llegan. Ruidos que se escabullen sobre las respiraciones dejando colores púrpura y azules entre los pasos casuales de los que vienen y corren. [RG] Rita, debes preguntarte por qué escribo esto. La respuesta es por ti, porque tu obra produce eso: recordar la inocencia perdida, la voz de la madre que no está, las palabras que el tiempo añeja en la boca, los ecos que te hacen humano idéntico del mundo pero disímil en tu región. Tu obra me ha hecho escuchar el estallido fortuito en medio de la ruidosa calle, ver sin mis ojos el pequeño espasmo entre dos enamorados que se ven y caminan, escuchar los gritos desaforados de los colores cambiantes a diario. [RG] Ahora respóndeme tu. ¿Cómo sueñas cuando te has enamorado? ¿Cómo sueñas cuando una ilusión atraviesa tus ojos? ¿Qué sueñas cuando un susurro, una canción o un leve silbido te arrebatan de tu temprano día? [RG] Has partido. Quizá vuelvas, quizá no. Ignominioso espero la vuelta, encontrar-reencontrar los valores de tu obra. Rita, en tu viaje has ganado: te encuentro, como animal mítico con tres cabezas que se debaten en sus propios yo o el músico que concierta tres sonatas señoriales. Acuarelista, escultora, ceramista: trampas del color, ficciones personales, tramoyas para enamorar y desaparecer. [RG] Tu acuarela es encrucijada cándida, tiempo sin tiempo, momentos donde el tamaño se magnifica, las tonalidades se vislumbran avivándose hasta perder el sentido de las fronteras entre un rostro, el campo, el cielo o la tierra. Rostros, animales, soles amarillentos y cielos azulados, grises tardes o rosados espacios; todos se reúnen en la niña italiana. [RG] La cerámica acompaña a la acuarela, pero es dual. La acuarela es simplicidad hermosa. La cerámica es las dimensiones del cuerpo, centellas en un pequeño espacio que traducen los reflejos celestes en representaciones que descuellan. El tacto recrea al invidente, casi profuso al olor sólo falta la música. [RG] Punto y aparte es la escultura que eres y construyes. Te veo magnífica. Tus manos hacen cuerpos perfectos, acicalados con pequeños detalles que acarician el ambiente. Los metales, las piedras preciosas, los sentidos de extrema fineza: maravillosa escultora debes provocar sentimientos inconcebibles en las mujeres que te ven y admiran. Los hombres se enamoran con las formas que produces, es innegable que tu alma es un elaborado concierto de tres sonatas. [RG]

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