[d]Escrivir / [des]Cifrar lo/a Guardado
I
Si una o varias fuerzas obran
sobre tu cuerpo a la vez
guardarás el equilibrio
aplicando al mismo punto
una fuerza equivalente
pero en sentido contrario
II
Si varias fuerzas se aplican
a un mismo punto del cuerpo
en direcciones opuestas
guardarán el equilibrio
aunque pierdan el sentido
III
Si el cuerpo está en equilibrio
lo conserva aunque le apliquen
otras fuerzas que a su vez
se equilibran entre sí.[i]
Un puente que nos abre los tiempos por venir, los del conocimiento universal, los que simbolizan la misma Universidad. Un puente que se clava en la tierra y conecta con el arriba. Un puente que es un arado, fuente del trabajo del campo. Un puente que circunda la tierra para de ella hacer nacer el alimento, producirnos la vivir. ψ Escribe Zamiatín que «[s]i no tenemos herejes debemos inventarlos ya que la herejía es esencial para la salud. Es el único remedio contra la entropía del pensamiento humano».[ii] Así, Ismael Guardado se construye a la perfección como el cismático que revela los antiguos secretos. Apóstata que, dice Samperio, en «[l]a materia de los entes que surgen en los cuados de Guardado remite a la substancias primigenias de la creación, al barro y al campo, como pequeños dioses de una religión centrada en lo cotidiano tocado por lo mítico».[iii] Hereje, cismático, apóstata: sinónimos formadores de la idea del hombre-dios que revela, trae, los secretos, lo oculto, a los demás. ψ No se entienda mal. Leamos el sacrilegio de Guardado como lo encuentra Mandelstam, cuando:
Una casa que se queda clavada en el campus para vivirla; no habitarla. Un hogar que al preguntarse por el oído de los ojos, por las sensaciones de la vista, por la vista del color, descubre el mítico lenguaje de su creación, intrínseca y familiar. Una casa que desnuda en los viejos libros traducidos en el arte forjado en hierro sostenido por canteras. ψ La escultura monumental del/en el Campus siglo XXI tiene esa categoría del decir lo impronunciable, por ello recorre al mito, al viaje bíblico, al recorrido apologético. Es un arado, sí. Es un arado, metáfora consecuente del estar aquí, en este mundo, lejos del paraíso. Es la encarnación que da el artista a la perdida edénica. La obra es la nueva Arca que no contiene físicamente ningún trofeo ni secreto pero que aguanta el esoterismo que le fue confiado. En ella caben las ciencias y las humanidades, la política y la divergencia, la doxa y la paradoxa, cuerpos y espíritus iguales y desiguales, números, palabras, estridentismos, silencios… ψ La construcción es, también, un puente con el tiempo: lo que es y será. No sólo del tiempo, con los siglos que nos acompañan: en el que nacimos y habremos de morir. También con los paradigmas: una vida más larga y saludable, una mente que trastoque los límites preconcebidos, un espíritu que aletee por doquier en sinfónico canto. Individuos libres. Seres de costumbres ad hoc in tempore. Personas hijas de su tiempo. La creación es, además, la recreación humana de la universitas. Es acrópolis melancólica de Ismael Guardado. Es santuario que nos da la felicidad pensante, la tristeza humana, los puentes invisibles, las conexiones sagradas, los asilamientos con lo propio.
[última parte]
En su estructura se silabea un puente, que en sustancia ese era el mítico fundamento: el lugar por el que los hombres pueden acercarse a dios. Puentes que conectan lugares, mundos, estancias; que se abren a lo ajeno, fructifican en la visita. Es un puente metálico que se sostiene de rocas que inscriben ese lenguaje novedoso, divínico, fuera del nosotros para los otros. Un puente que se regodea en «La grafostática» elizondeana:
I
Si una o varias fuerzas obran
sobre tu cuerpo a la vez
guardarás el equilibrio
aplicando al mismo punto
una fuerza equivalente
pero en sentido contrario
II
Si varias fuerzas se aplican
a un mismo punto del cuerpo
en direcciones opuestas
guardarán el equilibrio
aunque pierdan el sentido
III
Si el cuerpo está en equilibrio
lo conserva aunque le apliquen
otras fuerzas que a su vez
se equilibran entre sí.[i]
Un puente que nos abre los tiempos por venir, los del conocimiento universal, los que simbolizan la misma Universidad. Un puente que se clava en la tierra y conecta con el arriba. Un puente que es un arado, fuente del trabajo del campo. Un puente que circunda la tierra para de ella hacer nacer el alimento, producirnos la vivir. ψ Escribe Zamiatín que «[s]i no tenemos herejes debemos inventarlos ya que la herejía es esencial para la salud. Es el único remedio contra la entropía del pensamiento humano».[ii] Así, Ismael Guardado se construye a la perfección como el cismático que revela los antiguos secretos. Apóstata que, dice Samperio, en «[l]a materia de los entes que surgen en los cuados de Guardado remite a la substancias primigenias de la creación, al barro y al campo, como pequeños dioses de una religión centrada en lo cotidiano tocado por lo mítico».[iii] Hereje, cismático, apóstata: sinónimos formadores de la idea del hombre-dios que revela, trae, los secretos, lo oculto, a los demás. ψ No se entienda mal. Leamos el sacrilegio de Guardado como lo encuentra Mandelstam, cuando:
estas palabras nos traicionan como uvas robadas
cuelgan como ciudades de arrebato
y bajo el purgatorio temporal del cielo
olvidamos a veces
que el substituto feliz del paraíso
es una casa que dure una vida
y que no podamos llevar a todas partes con nosotros.[iv]
cuelgan como ciudades de arrebato
y bajo el purgatorio temporal del cielo
olvidamos a veces
que el substituto feliz del paraíso
es una casa que dure una vida
y que no podamos llevar a todas partes con nosotros.[iv]
Una casa que se queda clavada en el campus para vivirla; no habitarla. Un hogar que al preguntarse por el oído de los ojos, por las sensaciones de la vista, por la vista del color, descubre el mítico lenguaje de su creación, intrínseca y familiar. Una casa que desnuda en los viejos libros traducidos en el arte forjado en hierro sostenido por canteras. ψ La escultura monumental del/en el Campus siglo XXI tiene esa categoría del decir lo impronunciable, por ello recorre al mito, al viaje bíblico, al recorrido apologético. Es un arado, sí. Es un arado, metáfora consecuente del estar aquí, en este mundo, lejos del paraíso. Es la encarnación que da el artista a la perdida edénica. La obra es la nueva Arca que no contiene físicamente ningún trofeo ni secreto pero que aguanta el esoterismo que le fue confiado. En ella caben las ciencias y las humanidades, la política y la divergencia, la doxa y la paradoxa, cuerpos y espíritus iguales y desiguales, números, palabras, estridentismos, silencios… ψ La construcción es, también, un puente con el tiempo: lo que es y será. No sólo del tiempo, con los siglos que nos acompañan: en el que nacimos y habremos de morir. También con los paradigmas: una vida más larga y saludable, una mente que trastoque los límites preconcebidos, un espíritu que aletee por doquier en sinfónico canto. Individuos libres. Seres de costumbres ad hoc in tempore. Personas hijas de su tiempo. La creación es, además, la recreación humana de la universitas. Es acrópolis melancólica de Ismael Guardado. Es santuario que nos da la felicidad pensante, la tristeza humana, los puentes invisibles, las conexiones sagradas, los asilamientos con lo propio.
[i] Salvador Elizondo, «La grafostática» en Revista de la Universidad de México, Nueva época, Núm.48, Febrero de 2008, pp.56 a 57.
[ii] Evgueny I. Zamiatin, Nosotros, España, Ediciones Akal, 2008.
[iii] Guillermo Samperio, Ismael Guardado en el carel 50-5 Homenajea a Ismael Guardado, Zacatecas, marzo de 2009.
[iv]Ósip Mandelshtam, El rumor del tiempo, Madrid, Alfaguara, 1991.
[ii] Evgueny I. Zamiatin, Nosotros, España, Ediciones Akal, 2008.
[iii] Guillermo Samperio, Ismael Guardado en el carel 50-5 Homenajea a Ismael Guardado, Zacatecas, marzo de 2009.
[iv]Ósip Mandelshtam, El rumor del tiempo, Madrid, Alfaguara, 1991.
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