[«¿Qué es el oído de los ojos?» / «¿Cuál es la sensación de ver?» / «¿La vista del color?»]
[Ver, como Adolfo Castañón a Luis Gal]
Pensar, crear, son estados de liberación que tienen un alto costo. Nada nos fue dado. Nada nos es otorgado sin esperar nada a cambio. Nada parece pertenecernos porque el tiempo pasó, es y vendrá; con ello las ideas son las mismas sólo el plan difiere. Lo insignificante tiene su costo: respirar, ver, sentir…, todo se suma a una deuda que en conciencia se vuelve incosteable, por ello esta melancolía de vivir. ᄶ Pienso a Ismael Guardado en los tiempos de creación de la escultura monumental Campus Siglo XXI, de la Universidad Autónoma de Zacatecas «Francisco García Salinas». Lo veo en su estado incólume, cuando en ese lapsus del silencio de la conciencia original, que es la significación primaria, donde –afirma Merleau-Ponty- aparece lo que las palabas y las cosas quieren decir para darse los actos de denominación y expresión.[i] En soledad. En un eterno silencio que aturde. En tragedia, luego de que «[e]l tiempo –escribe Alberto Sabino- había dejado caer un teloncito triste sobre el espectáculo hechizado de los espejos»[ii]: el despojo de lo propio para la hedonismo visual de/en la otredad. ᄶ Debió, Guardado, debatirse en las noches, entre los murmullos de los soñadores y los pesares de los funestos sin dormir. Debió recorrer calles, subir escaleras, tomar baños de sol, caminar entre callejones y ver cine. Debió refrescarse o cubrirse del frío, viajar en asientos ajenos, en avión, por autobús, en coches sin ruido que lo alejaron del afuera y beber agua fresca. Debió leer y recurrir a la memoria, tomar apuntes, olvidarse de sí mismo, abrazar a su mujer, comer delicias que lo distraían y hacer el amor. Debió vivir una vida para llevarla a su escultura y verla, en imagen onírica, quedarse en medio de edificios volando para significar el viejo mito y los nuevos paradigmas. ᄶ Debo afirmar, primero, que la obra –parafraseando a Sephine Witthers-, es una flecha en la catedral universitaria que nos puede decir una pista en el cielo cuando nuestra alma está pendiente. Igual que con la preocupación de la noche, las estrellas indican los puntos de esperanza en el cielo. Esta flecha inmóvil también indica un nombre interminable. Estos son los puntos en el infinito. El problema va más allá de hacer un trabajo de armonización, de un delicado equilibrio perfecto, su labor está en conseguir que el matrimonio de la materia y el espacio, por la unión de formas reales con las formas creadas, obtenidas o sugeridas por los puntos establecidos o perforaciones sea natural, como la ley del amor que, aunque confusa, nos hace inseparables los unos de los otros; así como el cuerpo y espíritu. La puerta abre puertas.[iii] ᄶ Guardado fundamentó su creación en otro mito bíblico: el del «arca de la Alianza». Según la Biblia, esta Arca, que medía 1,31ctms., de largo por 78ctms., de alto y ancho simbolizaba la manifestación física de la presencia de Yaveh, fue hecha con madera de acacia negra. En su decorado, una guirnalda de oro la rodeaba en su parte superior, en ambos lados llevaba fijos cuatro anillos de oro en los cuales se insertaban dos pértigas de acacia y sobre la tapa del cofre descansaban dos querubines, todo revestido en oro. Su interior contenía «Las Tablas De La Ley» escritas por Dios mismo, la vara florida de Aarón y un vaso de mana. Estaba guardaba en el Templo de Jerusalén y se llevaba al frente de batalla cada vez que había una guerra. Así, el Arca simboliza, en la tradición judío-cristiana, la unión de Yahveh con su pueblo, a ello debe su nombre. Luego desapareció con la destrucción del templo de Jerusalén por el rey Nabucodonosor. ᄶ Sin embargo, el Arca de Guardado no conservar las mismas proporciones físicas, pues la de él es magna, pero salvaguarda el valor simbólico. La escultura en el Campus siglo XX es un Arca, pero más próxima a las palabras de Samuel Beckket. Es
Un Arca maravillosa, que aturde como el sonido del oleaje próximo a la tormenta embistiendo tierra con su potencia descomunal e hiriente a los rallos semidesérticos que la poseen en medio de ambulantes sosegados en su micro cosmos.
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