Las notificaciones de hoy advierten que el Teatro Fernando Calderón está de festejo. ¿Cómo no celebrar ese edificio del que todos guardamos algún recuerdo personal y personalísimo? Es, siempre lo he visto así, el edificio laico más hermoso construido en Zacatecas –quizá también del centro norte de México- y su peso artístico-arquitectónico-cultural aun guarda cientos de páginas que deben ser más que notas al pie de página. A fin de ser prontuario en las notas, he buscado por mi biblioteca un libro que aborda el edificio; sucede que no le tengo fresco y quería ser académico en la referencia. Ni modo, a veces se esconden. Cuando aparezca encontraré el pretexto para anotarlo. Las notificaciones son para celebrar al Teatro que, sino mal recuerdo, se construyó con la guía del arquitecto George Edward King en la década de los 80’s del siglo XIX, por encargo del entonces gobernador Jesús Aréchiga (Jalpa; 1843 a 1923) [si de este personaje quiere saber, José Vela es el experto]. Nombraron al edificio como al hombre de letras decimonónico más alto que el estado vio nacer; Fernando Calderón (ojocalentense por decisión; 1809 a 1845). A la fecha no hay quien le haga sombra.
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La corbata de hoy es para celebrar que el «Ame» ayer puso en su lugar al viejo rival. Pobre afición la de esos, tendrán que guardar otra vez sus playeritas que apenas estaban desempolvándose; triste memoria que los Vergara hacen de su afición con un friego de años dándoles palos y vendiéndoles agua endulzada.
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