lunes, 23 de mayo de 2016

Querido diario, sobre la terriblidad de la música en el cine

Aunque el fin de semana pudo terminar el abatimiento, luego del certero golpe al «más grande», no fue así. El sábado por la noche di por casualidad con «The Eichmann Show», un film del 2015 dirigido por Paul Andrew Williams (inglés; 1973), escrito por Simon Block (inglés; 1966) y estelarizado por Martin Freeman (inglés; 1871), Anthony LaPaglia (australiano; 1959) y otros. Se trata de un drama de 90 minutos que recrea el juicio del nazi Adolf Eichmann (alemán; 1906 a 1962). Éste, hace frente a un jurado que le acusa de coordinar durante la Segunda Guerra Mundial la «solución final» en Polonia, llevando a innumerables judíos a campos de concentración alemanes para ser exterminados. El drama no se mueve en torno a este monstruo sino alrededor del equipo de producción que tiene debe filmar el juicio en Israel, producirlo y distribuirlo en cintas fílmicas al mundo. ¿Un hombre común, un ser como tú, como yo y/o como tu vecino, puede convertirse en un leviatán destructivo si las condiciones son propicias?, ¿o, simplemente, al nacer la maldad, la enorme maldad ha nacido con él? LaPaglia que hace de Leo Hurwitz, cree lo primero y en la historia nos derrumbamos junto a él en su búsqueda por encontrar, por descubrir un rastro, aunque pequeño, de humanidad en ese verdugo. Ahí, en ese sombrío cuadro, la música de Henryk Goerecki (polaco; 1933 a 2010) que hace sublime un par de escenas. El tono melancólico, por tiempos umbroso de su Sinfonía No. 3, Op. 36: «Symphony ofsorrowful songs». En específico, el movimiento 2 que la soprano Zofia Kilanowicz (polaca; 1963) interpreta junto con Filarmónica de Londres es el más grande y amargo cuadro que he escuchado nunca. Siento que mejor que las actuaciones, que mejor que el guión, que mejor que la fotografía; siento que la música en este caso va más allá, destellando la enorme y sin igual negrura que los humanos podemos sentir o, peor aún, hacer sentir.
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La imagen es obra de Bernard Lamotte (francés;  1903-1983) y lleva por título Projector show.

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