sábado, 18 de julio de 2020

Tres ideas para las Ferias del Libro Virtuales/Digitales/en Línea



librarla

de Ferias de libro virtuales:

 

Edgar A. G. Encina

 

 

Una de las dos más importantes Ferias de Libro occidentales recién presentó su protocolo para octubre 2020. La Franckfurter Buchmesse abrió su página electrónica con los preparativos de lo que viene y tiene lo suyo. Ojo, no estamos frente a ninguna revolución, pero sí ante un fuerte aroma que intenta emular lo que nos hace felices —la vida fuera y sin desazón— con fuerte carácter inclusivo, como es toda cultura. Con el lema «Al together now» la fiesta de Fráncfort se perfila tradicionalmente a los profesionales, expositores y a un ambiguo marco de lectores que apela al gusto universal. Ahora, con un importante aporte gubernamental, lo fuerte del programa continuarán siendo las reuniones presenciales con la complementación de lo digital que, entre la telaraña de planes, presume el éxito que tendrá su «Call for ideas», día libre en el que todo ciudadano puede presentarse al programa «and reach fans of culture all over the world».

Este protocolo —como lo he llamado— tiene su peso. Por ejemplo, la otra feria más importante, la de Guadalajara, había hecho pública su postura de pronunciarse hasta que Frankfort lo hiciera. Por esto, no deberían desdeñarse lo planificado, como experiencia global, e ir adoptando y/o divorciado ideas, en lo nacional y local. Luego, para la Primera Feria Virtual del Libro en México que será la de Zacatecas, organizada por el Instituto Zacatecano de Cultura a celebrarse las primeras dos semanas de agosto, bien valdría ajustar un par de tuercas, aminorar los rechinidos y hacer apuntes de lo que no se puede ahora, pero sí para la próxima edición, amén de que la experiencia estará a la vista del país. En esa línea dejo tres ideas:

                    i.          La celebración de Zacatecas estará dedicada a Severino Salazar (Tepetongo, Zacatecas, 1947-2005, mientras que Frankfurt a Canadá y Guadalajara a Sharjah y la Cultura Árabe. Fusionar ambas intenciones con parámetros regionales ampliaría mercados y presentaría una incipiente plataforma para la divulgación de los autores del centro occidente mexicano.

                  ii.          Considerar los silencios. Más allá de la accesibilidad sin costo de visualización de contenidos, lo importante es la no saturación virtual de actividades. Una red de atractivas y simplificadas actividades, en una plataforma segura, intuitiva y veloz consentiría ampliar a canales donde la base es priorizar contenidos.

                iii.          Teniendo en cuenta que lo determinante es el lector, enfatizar días con sorteos en distintas plataformas y redes sociales, que los tickets de compra se consideren para obsequios y que los envíos sean gratuitos, tendrían seguramente una subida en el consumo. También funcionaría sumirse a campañas de apoyo y descuentos que solicitan y hacen librerías y editoriales nacionales, apostando por la bibliodiversidad y el apoyo a la industria local y nacional.


Laura Bacal fotografiada por Louise Dahl-Wolfe en 1493
¿A poco no sientes soplar los vientos?



lunes, 6 de julio de 2020

De cómo el papel es cárcel y liberación, país de fantasmas y ecos

El corazón de Apolo

[imagen: corazón de Apolo]


Monstruo de papel

De cómo el papel es cárcel y liberación,
país de fantasmas y ecos 


Edgar A. G. Encina
Artículo publicado en la revista digital Quehacer




La famosa cita de Franz Kafka (Praga, 1883-1924) que advierte: «los besos por escrito no llegan a su destino, se los beben por el camino los fantasmas» fue motivada por Milena Jesenská (Praga, 1896-1944). Escritora ligada a la escuela de la Bauhaus y muerta al poco tiempo de su liberación del campo de concentración de Ravensbrük, fue para el autor de La metamorfosis primera traductora de su trabajo y «fuego vivo» inspirador de Cartas a Milena. De ella sabemos más a detalle por Milena, biografía que Margarete Buber-Neuman (Alemania, 1901-1989) trazó a partir de la estancia compartida en Ravensbrük reivindicando la salud mental de esta feminista pincelada de lesbianismo, desencantada de la urss, enfrentada con el nazismo y célebre por escandalizar en bares y cafés de Viena y Praga, y por su adicción a la morfina.

            En el contexto general de la frase, Kafka destiñe el temor implícito, similar al de los sueños que en la vigilia se desvanecen en el primer sorbo de café y vuelven en déjà vu sin sentido.

Las personas casi nunca me han traicionado, pero las cartas siempre; y en verdad no las ajenas, sino justamente las mías […] Escribir cartas, sin embargo, significa desnudarse ante los fantasmas, que lo esperan ávidamente. Los besos por escrito no llegan a su destino, se los beben por el camino los fantasmas. Con este abundante alimento se multiplican, en efecto, enormemente. La humanidad lo percibe y lucha por evitarlo; y para eliminar en lo posible lo fantasmal entre las personas y lograr una comunicación natural, que es la paz de las almas, ha inventado el ferrocarril, el automóvil, el aeroplano, pero ya no sirven, son evidentemente descubrimientos hechos en el momento del desastre. El bando opuesto es tanto más calmo y poderoso, después que el correo inventó el telégrafo, el teléfono, la telegrafía sin hilos. Los fantasmas no se morirán de hambre y nosotros en cambio pereceremos.


            Tremebundos. Son los espacios kafkianos. Sitios habitados por naturalezas posibles e intangibles, aderezados con símbolos inflamados en el que la condena es un ejercicio vital irrenunciable. Acá es la escritura. En ella recae el origen de lo «fantasmal» que se alimenta de la palabra escrita, aspirándonos, deteriorándonos hasta el quebranto. Empero, a ese perverso hábitat lo sostiene una paradoja: el papel es tierra fértil, hogar de júbilo y cárcel infranqueable. Aún con los avances tecnológicos que liberan estos espectros y que cada letra burilada es nombre y vida espectral, el papel es paraje que los ata al desdén, a la aflicción, a la enfermedad y envejecimiento. Ese antiguo invento chino de más de dos mil años de antigüedad, creado en los orígenes del tiempo donde el mito ensancha sus raíces y los seres humanos sabían dónde estaban los dioses, fue concebido como piedra de toque. 

Dice Arnoldo Kraus (Ciudad de México, 1951) en Apología del papel (Sexto piso, 2019): «Somos papel. Habitarlo fortalece. Quien escribe por oficio o placer, al hacerlo, se desdobla, se retrata a sí mismo. Los papeles escritos para mirar y mirarse son, Freud lo sabe, un alter ego». Somos visión e ilusión de nosotros mismos contenidos de una extraña y singular forma. No sólo la escritura nos debilita y alimenta ese otro que también somos, junto al papel es vida, tiempo, liberación y cárcel; quizá por eso en esa Apología Vicente Rojo (España, 1932) optó por ilustrar la lectura con papel de china. Expresión cultural mexicana que se utiliza para celebrar, recordar y decorar; que en sus huecos —ahora es tan claro— se sienten las miradas de esos prisioneros que ansían la liberación y al mismo tiempo no desean, jamás, salir de allí. Cóncavos del rostro, el papel de las cartas de Kafka, de la novela de Margarete Buber, del subrayado de Kraus y del de china de Rojo es como este que lees, digital o material: es cárcel y liberación, país de fantasmas y ecos vivos.

Sin descripción disponible.

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