[Sculpture Academy, Josef Breitenbach (Munich;
1896-1984), Paris, c.1935]
De las identidades del cuerpo
5 temas de
desnudos, goce, amor y…, que Citlali Córdova anota
Edgar A. G.
Encina
Artículo publicado en la revista cultural Crítica. Fondo y forma.
Harán dos o tres años que le propuse a
Citlali Córdova que trajéramos Le libre
des libres éroquiques de Emmanuel Pierrat (Francia;
1968).[1] No
lo conocía. Le narré en cinco o seis minutos de qué iba el libro y ella propuso
como solución que lo mejor era hacer nuestra propia versión. Pasaban las diez
de la noche, compartíamos la mesilla con otras personas que se interesaban por
charlar de todo y de nada y, por lo mismo, no seguimos con el tema. Quizá este
es el recordatorio para traducir o hacer la versión mexicana de Le libre des libres érotiques.
Alba
Citlali Córdova Rojas (Tepíc, Nayarit; 1980) ha sido becada por la seduzac para estudiar el doctorado en
Investigación Artística en la Universidad de Sevilla donde, además de seguir la
planeación de/para su titulación, ha participado en el proyecto «El
mediterráneo como frontera» organizado por el Centro de las Artes de Sevilla,
inscrito en las líneas de arte y pensamiento. Además de lo anterior, que tiene
en gran aprecio por Emilio Carrasco y que ha expuesto en algunos lugares de
México, se que tiene en su top five para exponer en las plazas, en su barrio de
Guadalupe, en lotes baldíos en las colonias, en el monte, en la calle -pero en
movimiento, por ejemplo en un auto de perifoneo o llevando pancartas-.
Citlali Córdova se ha
decidido atender la invitación a escribir en este número. Con cinco temas, que
teme no sean «muy militantes», dice del desnudo y del arropaje; del goce a
fuego lento, de la descodificación y los temores a verse exhibida; a los porque
si del sí, del desnudo y de los desparrames de la vida, el arte y el amor o lo
que se le parezca. La clave la anota al final: multiplicidades. Sin embargo,
para llegar ahí, para dar con ello, para cerrar el círculo es preciso leerla en
cada una de sus ideas y subrayar sus atrevimientos. Córdova, que al final sugiere
la multiplicidad como clave de este artículo, no limita jamás una sola posibilidad
y, en todo momento provoca, lector.
El
amor o los desafíos del goce y el cachondeo
El goce si no es
desafío no es. Si no implican salir de los esquemas y probar rutas
alternativas, si no ocurre así, entonces es fast food: una experiencia reciclada,
de masas, de bajo coste y con sabor homogéneo. El reto es cocinar a fuego
lento, esperar que frutos maduros al apretarlos se derramen en las manos,
degustar otros sabores, llevarte a la boca cosas que jamás imaginaste probar,
arriesgarte a sus texturas. Planear la siguiente maniobra, jugar a la cacería,
dejarse alcanzar. Luego más desafíos, mantener el interés, el propio (¿y el
ajeno?), sabiendo combinar lo nuevo con lo eficiente y conocido (Porque no
siempre lo nuevo es mejor, eso se sabe luego).
Desnudarse
por ganas, desnudarse porque sí
¿Qué es la
desnudez en la época de la democratización del porno?
Están
tan normalizadas las tetas que lo mismo venden un auto que una cerveza. Lo que
la desnudez ha ganado en masificación y visibilidad no lo ha avanzado en
descosificar el cuerpo. Lo contestatario sería desnudarse sin pantallas de por
medio, sin publicidad; desnudarse porque sí, tan sólo porque nos da la gana. Desnudar
cuerpos imperfectos, sin estándares, sin nervios, fuera del ojo público, o no…
o sacar los pechos para amamantar en las plazas y las oficinas (un gesto
amoroso sin duda), tomar el sol en pelotas en los parques, ocupar el espacio
público al desnudo y desconfiar de todo aquél que use corbatas (motivos hay).
En
los tiempos que corren no escandaliza el cuerpo tanto como lo sentimental. Me
preocupa más verme descubierta que desnuda, y es que enamorarse es hacer el
ridículo: «cuando imagino seriamente suicidarme por una llamada telefónica que
no llega, se produce una obscenidad tan grande como cuando, en Sade, el papa
sodomiza a un pavo», escribe Barthes en Fragmentos
de un discurso amoroso.[2]
Dificultades
de crear enamorada
Damos por hecho
que el amor es una cosa que condiciona para bien o para mal nuestra vida. Es
tan difícil o tan fácil tanto para un artista o para una médica o para un
mecánico; es un intercambio de afectos que sirve para socializar, para conformar
bloques de una determinada forma de vida, es una negociación.
Y
si pienso que el arte es una cosa separada de la vida, una actividad dentro del
sistema arte y sus circuitos, entonces enamorarse es un grave contratiempo que roba
las energías, que ralentiza los procesos productivos de las obras y que es poco
rentable en consecuencia.
Pero
si el arte y la vida tienen fronteras intermitentes, difusas e imperceptibles, entonces
estar enamorada (afectada, entrepiernada, o lo que sea) no resulta traumático.
La creación se desparrama todos los días sobre actos amatorios. Cada gesto,
cada palabra, nuestros trayectos forman parte del gran «performance» que es
vivir; dejar fluir el torrente hacia el (los) amante(s), en vez de agotare se
multiplica, incluso el cansancio, la fatiga son más un trance, una caída libre.
Que
me vean y quieran desnudarme o las represiones sociales
No sé qué es
peor: que me vean y quieran desnudarme o que me vean y quieran cubrirme. Porque
sobre el cuerpo femenino todo el mundo tiene una opinión; si está descubierto,
los machitos consideran que está disponible, que pueden tocarlo, restregarse,
mirarlo, insultarlo. Del otro lado están los que pretenden cubrirnos, los que
dicen que provocamos, quienes ponen códigos de etiqueta y secretamente piensan
que si nos agreden es que lo merecemos. No creo que deba ser tan difícil
comprender que no tengo un cuerpo, sino que SOY un cuerpo. No debería ser un
riesgo ser quien se es.
Crear,
follar o vivir con amor; caminos bifurcados o el fin de semana que asecha.
Si el amor es el
amor romántico, machista, de medias naranjas, naif, que lo embarga todo,
comercial, que produce subjetividades basura; si el amor es eso, paso. No estoy
interesada.
Si
significa otras cosas, si es una invitación a construir otras formas de vida y
de relacionarnos (con los otros, la naturaleza, conmigo misma), entonces sí; hablemos,
creemos, negociemos, inventemos, construyamos, defendamos, follemos, crezcamos,
caminemos, sembremos, liberemos. Crear es amar y «amar es combatir»[3]
(cito el poema de Octavio Paz, Piedra de Sol; no la rola de Maná, aunque
también vale, o sea ¡cada quién!).
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