La obra sindicalista
notas al Léxico tipográfico
e histórico de José López-Dóñez (uam, 2023)
Edgar A. G.
Encina
El
12 de octubre de 1923 José López-Dóñez vio salir de los Talleres Gráficos de la
Nación su Léxico tipográfico e histórico. En el colofón, además de
precisar la fecha, agradecía a Miguel Arriaga Ledesma, jefe del departamento de
correctores, a Luis López Cortés, regente de los talleres del Diario Oficial,
y a la Unión de Obreros y Empleados de Artes Gráficas de los Talleres Oficiales.
Anota en el «Pórtico» que el propósito de la obra fue:
—al reunir en un
corto volumen la mayor suma de tecnicismos tipográficos— no es el de difundir
un acto de sapiencia que no cuadra con la honradez de mi sentido moral, sino el
de facilitar al impresor un sencillo ordenamiento de las «cosas» que le son más
familiares en el seno del taller, y que si bien es cierto no son tantas ni pude
escribirlas con la galanura que el tipógrafo merece por su ilustración y por el
lugar no muy rudimentario que ocupa en sociedad, también lo es que mi voluntad
y mis propósito estén libres de mácula y no persiguen mercantilismos que pudieran
empujar mi pensamiento y buen deseo hacia el abismo en que naufragan los
egoísmos contemporáneos.
Para
conmemorar el centenario de la aparición del impreso, la Universidad Autónoma
Metropolitana ha publicado una versión contemporánea. En la moderna edición se
incluye el «Estudio introductorio» de Marina Garone Gravier, «Una nota biográfica»
de José G. Escobedo y los grabados del alfabeto con «tema libresco para abrir
cada sección de entradas» por Alec Dempster. Éste último es un reconocido
artista visual méxico-canadiense que incluye, en el impreso, los detales
que motivaron o inspiraron cada una de las letras capitulares.
José
G. Escobedo es un personaje semi conocido que escribió sus Notas biográficas
dedicadas a Los valores morales e intelectuales y familias de quienes
promovieron la agremiación obrera y campesina de México —ya extintos— y
actuarios en los últimos cincuenta años. La publicación fue «patrocinada
por el Lic. Manuel Ramírez Velázquez. Srio. del Trabajo y Previsión Social» en
el otrora Distrito Federal en 1951. A cada apunte biográfico se integra un fotograbado
del personaje estudiado. Entre los biografiados aparecen Ricardo Flores Magón,
Lázaro Gutiérrez de Lara, Leonardo Hernández, Ciro Mendoza, César Pandelo y
Luis Méndez. López-Dóñez, aparece en las páginas catorce a dieciséis. Dice que
fue «De temperamento irascible; muy disgustado. Con suma frecuencia se criticaba
a sí mismo. Filólogo. Probablemente, y en cierta época, el mejor corrector de
pruebas con que contara la Ciudad de México». Agrega, fue autor de Lexicografía
gramática y literaria de la lengua castellana, Lexicología de verbos
castellanos inadmitidos para la Real Academia y Diccionario manual
enciclopédico de homófonos castellanos. Al último título, que fue prensado entre
1828 y 1829 por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, Alberto M.
Brambila hizo correcciones en Tirones de Orejas (Guadalajara, 1930).
Marina
Garone Gravier estudia breve pero profundamente el Léxico tipográfico e
histórico y a su autor. Al principio elabora las distinciones entre
lexicología y lexicografía; así como de glosario, vocabulario, lexicón y
diccionario, refiriendo, por ejemplo, la Introducción a la lexicografía moderna
(Madrid, 1900) de Julio Casares y el Vocabulario bibliográfico
(Argentina, 1952) Domingo Bounocore o el Léxico bibliográfico (México,
1959) de Juan B. Iguíniz. Distingue que, por un lado, léxico «se refiere
al vocabulario de un idioma o región» y que «un glosario se diferencia de un
diccionario, aunque ambos tienen definiciones de palabras, porque en el primero
sólo encontraremos términos propios de un campo particular, mientras que en el
segundo figuran de cualquier aspecto, sin distinción».
En esa tónica del relato, afirma que la historia de los diccionarios en México es profunda. Para soportar el argumento se remonta al primer periodo novohispano, a los trabajos de Fray Alonso de Molina al náhuatl y de Fray Maturino Gilberti al purépecha, para saltar al siglo XX, tiempo en que el aumentaron las variantes y clases de diccionarios de forma «exponencial». Seguido elabora un mapeo de estudio por algunos de los escritos raros o inéditos de López-Dóñez, como el «Cómputo especificativo y selectivo de las veces que Cervantes escribió y analizó el verbo querer en Don Quijote de la Mancha», carta de 1999 resguardada en el Archivo de la Biblioteca Nacional de México, La revolución social. México, impresa por la Unión de Obreros y Empleados Artes Gráficas de los Talleres Oficiales en 1922, y la Relación apologética sobre la importancia tradicional de la imprenta. La grafía antes y después de Gútenberg. Las ideas modernas, conferencia organizada por la Asociación de Industriales de Artes Gráficas y Anexas del Distrito Federal en 1921.
El punto sobre la i lo pone en tres momentos. El primero cuando atestigua que Léxico tipográfico e histórico de José López-Dóñez «es, quizá, uno de los primeros elaborados en México y ofrece varias pistas sobre una serie de aspectos notables de las artes del libro en el país». El segundo cuando retrata la obra que «tiene formato cuarto, cuenta con 54 páginas impresas a una sola tinta en un papel muy delgado, aunque desconocemos el tiraje de la edición. La portada es simple y cuenta con un escueto ornamente tipográfico como decoración. Abren el libro dos dedicatorias… Le sigue un retrato fotograbado de López-Dóñez y luego el “Pórtico”». El tercero cuando, al comparar la obra con otras hermanas del tipo, sitúa que la contribución de Léxico es por la «cantidad de lemas» y de nombres conexos con la historia de la imprenta, muchos de los cuales sólo se encuentran en la obra.
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