martes, 25 de febrero de 2025

«Decálogo del bibliófilo» de Juan B. Iguíniz


Ilustración de Bernie Wrightson para Frankestein



 El decálogo del bibliófilo

de juan b. iguíniz

 

UNO

Sé cauto en la elección de tus libros y no emplees tu dinero en la adquisición de obras mediocres y mucho menos nocivas, porque la vida es corta aun para hojear parte de los libros buenos.

 

DOS

Ten presente que el valor de una biblioteca no consiste en el número sino en la calidad de sus obras, y que el problema más difícil que se tiene que resolver un bibliófilo es el de formarse una biblioteca selecta con el menor número de libros posibles.

 

TRES

No te fies [sic] en tus adquisiciones únicamente de catálogos y boletines de libreros; guíate por las opiniones de críticos serios, y mejor aún por los consejos de eruditos y especialistas.

 

CUATRO

No vistas un libro de un peso con una pasta de diez, y viceversa, ni lo entregues en manos de cualquier artesano, porque una mala encuadernación hace rebajar y hasta perder el mérito del libro más precioso.

 

CINCO

No estampes tu sello o firma en las hojas de tus libros; la mejor marca de propiedad es el exlibris, que en vez de afearlos los adorna.

 

SEIS

No guardes tus libros en cómodas o estantes cerrados, porque el aire les es necesario para su conservación, y procura tenerlos a cubierto del so, del polvo, de la humedad y de los animales, y lejos del agua, del fuego, del aceite y de toda suciedad.

 

SIETE

Trata los libros con el cuidado que exige todo objeto precioso y delicado; no mutiles ninguna de sus partes; abre sus pliegos con una plegadera y no con otros objetos; no coloques sobre ellos, cuando estén abiertos, otros libros; no los emplees en usos ajenos a su objeto, y menos los profanes sentándote en ellos.

 

OCHO

Úsalos con toda delicadeza y respeto, anótalos con discreción; jamás los tomes con las manos sucias; no te mojes los dedos para voltear sus hojas; no introduzcas entre ellas lápices u otros objetos, ni dobles sus esquinas a guisa de señales.

 

NUEVE

Sé tu propio bibliotecario y haz por tu mano el inventario y el catálogo de tus libros, lo que te dará mejor conocimiento de ellos y te facilitará notablemente su consulta.

 

DIEZ

No pongas tus libros en manos de enfermos, porque son transmisores de enfermedades, ni tampoco los prestes, porque si acaso vuelven a tu poder, serán maltratados y estropeados. (p. 233)

 

 Fuente: Juan B. Iguíniz. 2014. El libro. Epítome de bibliología. México: Editorial Porrúa, 233.




 
William Harrison Ainsworth. 1875. The tomb of the Rosicrucian




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