Antidepresivos
Una biblioteca para calmar la frustración
Edgar A.
G. Encina
de la Coordinación de Comunicación Social, UAZ, NUEVA ÉPOCA, Año 4, No. 44, ENERO 2020
[.pdf] ☛http://bit.ly/2uXIxS0
¿Tiene algún manuscrito que no haya sido publicado a pesar
de sus esfuerzos? ¿Su obra es original y con buen número de cualidades, pero aun
así nadie se mostró interesado en apoyarle? ¿Su trabajo ha sido rechazado y
ahora, empolvado, se debate entre tirarlo a la basura o arrumbarlo en el baúl
de los desagravios? No lo haga. Le tengo una propuesta.
En Washington, eua, se aloja la Biblioteca Brautigan.
Allí está la colección más grande de manuscritos rechazados en el mundo. El
acervo, que inició su construcción en la década de 1970 con el ideario de
Richar Brautigan (eua, 1935-1984),
todavía recibe ejemplares no deseados o «embrujados» y recibe a lectores interesados.
No existe regla de impedimento para aceptar el documento, basta con llenar un
formulario y enviar. También hay otra opción: con la
misma idea y funcionamiento, pero en el pueblo de Crozón en la Bretaña francesa,
Jean-Pierre Gouvec ha emulado el ejercicio. Allí se ha formado una colección
enorme y fantástica de la escritura europea rechazada.
Sobre la última David Foenkinos (Francia,
1974) ha escrito en La biblioteca de los libros rechazados (Alfaguara,
2017). El autor de Los recuerdos (Seix Barral, 2012) y galardonado en
2014 con el Prix Goncourt des Lycèen por Charlote (Alfaguara), tomó como
pretexto la existencia de esa-institución pública que recibe las obras que
nadie ha querido publicar y, de paso, recetarnos al lugar como antidepresivo. En
la historia se desata un misterio, una obra, un escritor mediocre y una editora
exitosa. La trama, que juega al suspenso policiaco, ata hilos y confunde los
espacios hasta el último párrafo donde todo queda al descubierto.
Es Labiblioteca de los libros rechazados un pretexto para hablar del «éxito»;
único fin del mercado. Acá se desvelan las enfermedades del sector editorial que,
cada vez más, sólo atiende al aplauso, al buen fin comercial y a la moda y,
cada vez menos, apuesta por obras con riesgo o pocas probabilidades de ventas.
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