viernes, 21 de marzo de 2025

Las Bibliotecas de Alejandro Arteaga

 



Historias de contraportada

las bibliotecas de Alejandro Arteaga

 

Edgar A. G. Encina

  

 

Fue en el verano de 2024 que conocí fortuitamente Centuria de Giorgio Manganelli (Anagrama, 2006). Lo tomé de una banca, en una estación de espera, donde había quedado olvidado y aguardé en el sitio, leyéndolo, a que alguien apareciera, pero no sucedió. Luego de cuarenta y cinco minutos haciendo fila para un vuelo que nos llevaría a Roma y avanzadas unas treinta páginas no dudé en traerlo conmigo. Lo leí de ida y releí de vuelta; hice anotaciones, subrayé líneas y separé con boletos y papeles tres o cuatro de los relatos que mejor me cayeron. De vuelta en casa me sentí aliviado al ver que nadie lo buscaba; no había anuncios que señalaran el secuestro ni noticiero que contara su pérdida ni tuitero alarmado.

Centuria. Cien breves novelas-río tiene las maneras de la seductora. Uso el término en femenino porque es novela-de-novelas, que viste de amarillo con en los calores del temporal y usa tacones altos. Te hace creer que eres el arrojado galán conquistador, aunque en realidad es ella la que tiende la trama. Sus maneras son los relatos no mayores a una página que pueden ser anotaciones para una extensa historia. Me quedo con la sensación que se trata de hilos sueltos por un autor que quiso hacer frente al olvido.



Cildo Meireles, Mallas de Libertad, 1976,77

            Después, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara de 2024, Alejandro Arteaga me regaló su Biblioteca mínima y Biblioteca portátil, contenidas en un «estuche especial» junto con Epílogo para fantasmas (Gabinete portátil 2024). Apenas tuvimos tiempo para hablar un par de minutos e intercambiar algunas ideas que, como aquellos hilos, esperan para hacerle frente al olvido. La primera edición de Biblioteca mínima, con la que obtuvo el Premio Bellas Artes de Minificción Edmundo Valadés 2019, fue editada por el INBAL y Rhythm & Books. Biblioteca portátil consiguió el Premio Nacional de Cuento Corto Eraclio Zepeda 2023.

            En un principio encontré algunas relaciones entre el trabajo de Manganelli y Arteaga. Los dos tendían la creación de obras con estructuras similares: historias que no exceden la página, relatos que marcan indicios para una historia de mayor aliento, una prosa que tiene la precaución de cuidar cada adjetivo pero se soslaya en la intriga y en el veremos. El trabajo literario de ambos, además, había sido encasillado injustamente en la minificción; molde al que no pertenecen pero que la crítica resolvió de esa forma, amén de que ellos encuentren su lugar en un estante propio.

Francisco Leñero, Negro, rojo, blanco 1/4

            Después encontré que las bibliotecas de Arteaga van más allá. No son textos de fácil abordaje. Su obra es una fusión de discursos narrativos textuales y visuales. A cada historia le acompaña la imagen de una portada que puede ser o no y que, a su vez, propone una lectura de la tradición gráfica y la recepción literaria en el país. Sueltas, son un escaparate de la cultura libresca iberoamericana que emula los quehaceres visuales de casas editoriales; un autor que escribe historias desde las portadas. Esa es la clave en Arteaga; escritor que edita. Su motivación son los ejes materiales del relato, piensa en la historia, en el libro y en sus soportes. Seguro a Gerard Genette le habría gustado para una conferencia.

            Luego los relatos. Alguna vez pensé en una colección que se diera a la tarea de trabajar cada una de las posibilidades paratextuales a la manera que Juan Francisco Turrientes hace en Colofones. La marca del oficio (Laurel, 2023). Arteaga se dedicaría a estudiar las contraportadas con el resultado del orfebre. Refiero a continuación el primer párrafo de «Un libro para mi muerto [de] Celia San José»:

Cuando terminé la lectura cerré este libro, lo dejé sobre la mesa, me quité el sombrero imaginario, me puse de pie solemnemente y comencé a aplaudir. Este libro es una literatura -pensé-, en este libro está el mundo (pero también su antídoto). No era de noche. No llovía. Ningún ruido en la calle. El mundo -y el mundo del libro, de este libro- se había detenido en la última línea. Se detuvo. Podría haber escrito una reseña común, lo intenté días más tarde, enumerar sus innumerables temas, hablar del barroquismo, de los terrores de infancia, de mi miedo a la muerte, de mi vida pobre de mujer pobre. No pude.

 

 

 

 

 

 

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martes, 11 de marzo de 2025

«De la novela de aventuras a la cartilla cívica. Aproximaciones a una vuelta a la república mexicana traducida por Genaro García Valdés» en «Patrimonio histórico en Zacatecas. Fuentes, procesos y actores, siglos XIX-XX».

  

Capítulo de Libro

 

Edgar A. G. Encina. 2025. «De la novela de aventuras a la cartilla cívica. Aproximaciones a una vuelta a la república mexicana traducida por Genaro García Valdés» en Patrimonio histórico en Zacatecas. Fuentes, procesos y actores, siglos XIX-XX. Claudia Mireya Vázquez, Jorge Domingo Saucedo Encina, et., al. (coord..). Zacatecas: Centro de Actualización del Magisterio, Universidad Autónoma de Zacatecas; 93-114. ISBN 978-607-555-240-8.


[From the adventure novel to the civic primer. Approaches to una vuelta a la república mexicana translated by Genaro García Valdés]



En 1926 la Sociedad de Edición y Librería Franco-Americana publicó Una vuelta a la República Mexicana por dos niños traducción póstuma de Genaro García Valdés. Se trató de un Libro de geografía nacional y lectura corriente adaptado a las escuelas primarias de México en 343 páginas profusamente ilustradas. Las siguientes líneas guiñan a la biografía del traductor, instalado como «intelectual orgánico», para estudiar el contexto librario de la edición con la finalidad de explorar las formas escriturales del impreso y las pretensiones ideológico-políticas en las que se circunscribió. Léanse las siguientes páginas como una exploración a los impresos de carácter cívico que buscaban implementar en los estudiantes de grados primarios los ideales del México moderno en el primer tercio del siglo xx y como pretexto registrar el cuadro con que se representaba el legado histórico de Zacatecas.




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martes, 25 de febrero de 2025

«Decálogo del bibliófilo» de Juan B. Iguíniz


Ilustración de Bernie Wrightson para Frankestein



 El decálogo del bibliófilo

de juan b. iguíniz

 

UNO

Sé cauto en la elección de tus libros y no emplees tu dinero en la adquisición de obras mediocres y mucho menos nocivas, porque la vida es corta aun para hojear parte de los libros buenos.

 

DOS

Ten presente que el valor de una biblioteca no consiste en el número sino en la calidad de sus obras, y que el problema más difícil que se tiene que resolver un bibliófilo es el de formarse una biblioteca selecta con el menor número de libros posibles.

 

TRES

No te fies [sic] en tus adquisiciones únicamente de catálogos y boletines de libreros; guíate por las opiniones de críticos serios, y mejor aún por los consejos de eruditos y especialistas.

 

CUATRO

No vistas un libro de un peso con una pasta de diez, y viceversa, ni lo entregues en manos de cualquier artesano, porque una mala encuadernación hace rebajar y hasta perder el mérito del libro más precioso.

 

CINCO

No estampes tu sello o firma en las hojas de tus libros; la mejor marca de propiedad es el exlibris, que en vez de afearlos los adorna.

 

SEIS

No guardes tus libros en cómodas o estantes cerrados, porque el aire les es necesario para su conservación, y procura tenerlos a cubierto del so, del polvo, de la humedad y de los animales, y lejos del agua, del fuego, del aceite y de toda suciedad.

 

SIETE

Trata los libros con el cuidado que exige todo objeto precioso y delicado; no mutiles ninguna de sus partes; abre sus pliegos con una plegadera y no con otros objetos; no coloques sobre ellos, cuando estén abiertos, otros libros; no los emplees en usos ajenos a su objeto, y menos los profanes sentándote en ellos.

 

OCHO

Úsalos con toda delicadeza y respeto, anótalos con discreción; jamás los tomes con las manos sucias; no te mojes los dedos para voltear sus hojas; no introduzcas entre ellas lápices u otros objetos, ni dobles sus esquinas a guisa de señales.

 

NUEVE

Sé tu propio bibliotecario y haz por tu mano el inventario y el catálogo de tus libros, lo que te dará mejor conocimiento de ellos y te facilitará notablemente su consulta.

 

DIEZ

No pongas tus libros en manos de enfermos, porque son transmisores de enfermedades, ni tampoco los prestes, porque si acaso vuelven a tu poder, serán maltratados y estropeados. (p. 233)

 

 Fuente: Juan B. Iguíniz. 2014. El libro. Epítome de bibliología. México: Editorial Porrúa, 233.




 
William Harrison Ainsworth. 1875. The tomb of the Rosicrucian




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lunes, 24 de febrero de 2025

El Bibliófilo Enamorado en la FIL del Palacio de Minería


Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería  
Jueves 27 de febrero
18:00 hrs.
Salón de la Academia de Ingeniería
Presentación de El bibliófilo enamorado y Un lugar para los libros



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viernes, 21 de febrero de 2025

Notas al «Léxico tipográfico e histórico«» de José López-Dóñez (UAM, 2023)

 


La obra sindicalista
notas al Léxico tipográfico e histórico de José López-Dóñez (uam, 2023)

 

Edgar A. G. Encina

 

El 12 de octubre de 1923 José López-Dóñez vio salir de los Talleres Gráficos de la Nación su Léxico tipográfico e histórico. En el colofón, además de precisar la fecha, agradecía a Miguel Arriaga Ledesma, jefe del departamento de correctores, a Luis López Cortés, regente de los talleres del Diario Oficial, y a la Unión de Obreros y Empleados de Artes Gráficas de los Talleres Oficiales. Anota en el «Pórtico» que el propósito de la obra fue:

—al reunir en un corto volumen la mayor suma de tecnicismos tipográficos— no es el de difundir un acto de sapiencia que no cuadra con la honradez de mi sentido moral, sino el de facilitar al impresor un sencillo ordenamiento de las «cosas» que le son más familiares en el seno del taller, y que si bien es cierto no son tantas ni pude escribirlas con la galanura que el tipógrafo merece por su ilustración y por el lugar no muy rudimentario que ocupa en sociedad, también lo es que mi voluntad y mis propósito estén libres de mácula y no persiguen mercantilismos que pudieran empujar mi pensamiento y buen deseo hacia el abismo en que naufragan los egoísmos contemporáneos.

Para conmemorar el centenario de la aparición del impreso, la Universidad Autónoma Metropolitana ha publicado una versión contemporánea. En la moderna edición se incluye el «Estudio introductorio» de Marina Garone Gravier, «Una nota biográfica» de José G. Escobedo y los grabados del alfabeto con «tema libresco para abrir cada sección de entradas» por Alec Dempster. Éste último es un reconocido artista visual méxico-canadiense que incluye, en el impreso, los detales que motivaron o inspiraron cada una de las letras capitulares.

José López-Dóñez en las Notas biográficas de José G. Escobedo

José G. Escobedo es un personaje semi conocido que escribió sus Notas biográficas dedicadas a Los valores morales e intelectuales y familias de quienes promovieron la agremiación obrera y campesina de México —ya extintos— y actuarios en los últimos cincuenta años. La publicación fue «patrocinada por el Lic. Manuel Ramírez Velázquez. Srio. del Trabajo y Previsión Social» en el otrora Distrito Federal en 1951. A cada apunte biográfico se integra un fotograbado del personaje estudiado. Entre los biografiados aparecen Ricardo Flores Magón, Lázaro Gutiérrez de Lara, Leonardo Hernández, Ciro Mendoza, César Pandelo y Luis Méndez. López-Dóñez, aparece en las páginas catorce a dieciséis. Dice que fue «De temperamento irascible; muy disgustado. Con suma frecuencia se criticaba a sí mismo. Filólogo. Probablemente, y en cierta época, el mejor corrector de pruebas con que contara la Ciudad de México». Agrega, fue autor de Lexicografía gramática y literaria de la lengua castellana, Lexicología de verbos castellanos inadmitidos para la Real Academia y Diccionario manual enciclopédico de homófonos castellanos. Al último título, que fue prensado entre 1828 y 1829 por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, Alberto M. Brambila hizo correcciones en Tirones de Orejas (Guadalajara, 1930).

Marina Garone Gravier estudia breve pero profundamente el Léxico tipográfico e histórico y a su autor. Al principio elabora las distinciones entre lexicología y lexicografía; así como de glosario, vocabulario, lexicón y diccionario, refiriendo, por ejemplo, la Introducción a la lexicografía moderna (Madrid, 1900) de Julio Casares y el Vocabulario bibliográfico (Argentina, 1952) Domingo Bounocore o el Léxico bibliográfico (México, 1959) de Juan B. Iguíniz. Distingue que, por un lado, léxico «se refiere al vocabulario de un idioma o región» y que «un glosario se diferencia de un diccionario, aunque ambos tienen definiciones de palabras, porque en el primero sólo encontraremos términos propios de un campo particular, mientras que en el segundo figuran de cualquier aspecto, sin distinción».

José López-Dóñez por Alec Dempster en la edición de la uam

En esa tónica del relato, afirma que la historia de los diccionarios en México es profunda. Para soportar el argumento se remonta al primer periodo novohispano, a los trabajos de Fray Alonso de Molina al náhuatl y de Fray Maturino Gilberti al purépecha, para saltar al siglo XX, tiempo en que el aumentaron las variantes y clases de diccionarios de forma «exponencial». Seguido elabora un mapeo de estudio por algunos de los escritos raros o inéditos de López-Dóñez, como el «Cómputo especificativo y selectivo de las veces que Cervantes escribió y analizó el verbo querer en Don Quijote de la Mancha», carta de 1999 resguardada en el Archivo de la Biblioteca Nacional de México, La revolución social. México, impresa por la Unión de Obreros y Empleados Artes Gráficas de los Talleres Oficiales en 1922, y la Relación apologética sobre la importancia tradicional de la imprenta. La grafía antes y después de Gútenberg. Las ideas modernas, conferencia organizada por la Asociación de Industriales de Artes Gráficas y Anexas del Distrito Federal en 1921.

El punto sobre la i lo pone en tres momentos. El primero cuando atestigua que Léxico tipográfico e histórico de José López-Dóñez «es, quizá, uno de los primeros elaborados en México y ofrece varias pistas sobre una serie de aspectos notables de las artes del libro en el país». El segundo cuando retrata la obra que «tiene formato cuarto, cuenta con 54 páginas impresas a una sola tinta en un papel muy delgado, aunque desconocemos el tiraje de la edición. La portada es simple y cuenta con un escueto ornamente tipográfico como decoración. Abren el libro dos dedicatorias… Le sigue un retrato fotograbado de López-Dóñez y luego el “Pórtico”». El tercero cuando, al comparar la obra con otras hermanas del tipo, sitúa que la contribución de Léxico es por la «cantidad de lemas» y de nombres conexos con la historia de la imprenta, muchos de los cuales sólo se encuentran en la obra.




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jueves, 20 de febrero de 2025

Los XXX preceptos de "La biblia de los bibliófilos"

 

Maria van Oosterwyck, Religious Still Life (detalle), Oil on canvas, 1668.




XXX Preceptos de
La biblia de los bibliófilos
(por Víctor Infante)
(Madrid: Turpín Editores, 2013)

 

Primer precepto:

No leer en la cama.


Segundo precepto:

No poner notas marginales, a menos que sea un Coleridge.


Tercer precepto:

No doblar las puntas de las hojas.


Cuarto precepto:

No cortar con negligencia los libros nuevos.


Quinto precepto:

No garabatear vuestro interesante y precioso autógrafo en las páginas de título.


Sexto precepto:

No poner en un volumen de un peso, una encuadernación de cien pesos.


Séptimo precepto:

No mojar la punta de los dedos para dar más fácilmente la vuelta a las hojas.


Octavo precepto:

No leer comiendo.


Noveno precepto:

No fiar los libros preciosos a malos encuadernadores.


Décimo precepto:

No dejar caer sobre el libro las cenizas del cigarro, y aún mejor no fumar leyendo. Esto perjudica la vista.


Jean-Philippe Delhomme, Stack of Books, Oil on canvas, 23x17cms.


Undécimo precepto:

No arrancar de los libros los grabados antiguos.


Duodécimo precepto:

No colocar vuestros libros sobre el borde exterior o canal, como se hace recurrentemente cuando se lee y se interrumpe momentáneamente la lectura, en vez de tomarse el trabajo de cerrar el libro después de haber puesto una señal.


Decimotercer precepto:

No hacer secar hojas de plantas dentro de los libros.


Decimocuarto precepto:

No tener los estantes de las bibliotecas encima de los picos de gas.


Decimoquinto precepto:

No sostener los libros sujetándolos por las tapas.


Decimosexto precepto:

No estornudar sobre las páginas.


Decimoséptimo precepto:

No arrancar las hojas de guarda de las tapas.


Decimoctavo precepto:

No comprar libros sin valor.


Decimonoveno precepto:

No limpiar los libros con trapos sucios.



Sir William Nicholson, Flowers and Books (for Siegfried Sassoon), Oil on canvas, 40x29cms.1929.


Vigésimo precepto:

No tener los libros encerrados en arquillas, escritorios, cómodas, ni armarios: tienen necesidad de aire.


Vigesimoprimer precepto:

No encuadernar juntos dos libros diferentes.


Vigesimosegundo precepto:

EN NINGÚN CASO sacar las láminas y los mapas de los libros.


Vigesimotercer precepto:

No cortar los libros con horquillas para el cabello.


Vigesimocuarto precepto:

No hacer encuadernar los libros en cuero de Rusia.


Vigesimoquinto precepto:

No emplear los libros para asegurar las sillas o mesas cojas.


Vigesimosexto precepto:

No arrojar los libros a los gatos, ni contra los niños.


Vigesimoséptimo precepto:

No romper los libros abriéndolos enteramente y por fuerza.


Vigesimoctavo precepto:

No leer los libros encuadernados muy cerca del fuego o de la chimenea, ni en la hamaca ni embarcado.


Vigesimonoveno precepto:

No dejar que los libros tomen humedad.


Jeanneret Roger Constant, Nature morte aux anémones, 1930.


Trigésimo (e derradeiro) precepto:

No olvidar estos consejos.



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martes, 4 de febrero de 2025

Notas para la lectura de «La Compañía de Satán» en el contexto de la masonería decimonónica

 


Notas para la lectura de La Compañía de Satán
en el contexto de la masonería decimonónica


Artículo publicado en la Revista de Estudios Históricos
de la Masonería Latinoamericana y Caribeña Plus

ISSN Impreso: 1659-4223 ISSN electrónico: 2215-6097


Edgar A. G. Encina
Marco Antonio Flores Zavala
Miguel Omar Muñoz Domínguez


Satán y Cie se publicó por vez primera en 1888 con la autoría de Pablo Rosen, pseudónimo de Marie Joseph Gabriel Antoine Jogand-Pagè, para zaherir la imagen de la masonería decimonónica y, con ello, beneficiarse económicamente. Para alcanzar el cometido, se valió de una estrambótica argumentación fundada en la supuesta exhibición de documentos, el uso de sugestivas formas retóricas literarias acompañadas por ilustraciones gráficas y la utilización de la imagen del demonio como aliado de la orden. El éxito no fue menor. En el año de su aparición el impreso fue traducido en varios idiomas como el castellano, en el que reconocemos en la actualidad al menos ocho distintos sellos editoriales que lo han divulgado. El presente documento explora de forma grácil, en primer lugar, la construcción material del impreso y, en segundo, mira las tendencias escriturales, librarías, temáticas y literarias de la época para comentar el escenario de producción y recepción. La tercera parte, que funciona como apéndice, busca deslizar el perfil de las imprentas o sellos editoriales mexicanos que promovieron su presencia en librerías y entre lectores masones y católicos de los siglos xix y xx.




 Notes for reading the company of satan
 in the context of nineteenth-century Freemasonry


Satán y Cie was published for the first time in 1888 by Pablo Rosen, pseudonym of Marie Joseph Gabriel Antoine Jogand-Pagè, to undermine the image of nineteenth-century Freemasonry and, thereby, benefit economically. To achieve the goal, he used a bizarre argument based on the supposed exhibition of documents, the use of suggestive literary rhetorical forms accompanied by graphic illustrations and the use of the image of the devi as an ally of the order. The success was no less. In the year of its appearance, the publication was translated into several languages such as Spanish, in which we currently recognize at least eight different publishing labels that have published it. This document gracefully expresses first, the material construction of the printed matter and, second, looks at the scriptural, bookstore, thematic and literary trends of the time to comment on the production and reception scenario. The third part, which functions as an appendix, seeks to provide the profile of the Mexican printing presses of publishing labels that promoted their presence in bookstores and among Masonic and Catholic readers of the 19th and 20th centuries.






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lunes, 20 de enero de 2025

Males bibliófilos, Texturas 55

 


Edgar A. G. Encina. 2024.
«Males bibliófilos. Del libro plegado al bibliotocapelotas».
Texturas, 55. Madrid: Trama editorial.

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¿Son los bibliófilos los lectores menos temerarios y los que más se retuercen con la aparición de tecnologías y soportes librarios? En «males bibliófilos. Del libro plegado al bibliotocapelotas» se exploran sentimientos que a todo lector abordan de vez en cuando, ¿es esto un libro?, ¿para qué o por qué le hacen esto al libro?, y, sobre todo, ¿se puede vivir del mundo libresco sin ser autor, editor, impresor, distribuidor, librero y/o lector, por ejemplo? Resulta que sí. Resulta que en nuestro tiempo existen nuevas formas de vida entorno a la cultura gráfica, como satélites poco llamativos que están ahí y de manera preminente. Es eso o que sólo son los años y la resistencia para entender que el material impreso a veces es todo menos libro, aunque sí lectura.







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jueves, 9 de enero de 2025

Comentarios a «Canción de cuna para un suicida» de Ma. Magdalena López Espinosa


Busto de Perséfone,  siglo V a.C.


El suicida es lo de menos
comentarios a canción de cuna para un suicida de magdalena lópez espinosa

 

Edgar A. G. Encina

 

Anota la contraportada que «Meño es un joven que por diversas circunstancias se involucra en un círculo de violencia donde la culpa y las malas decisiones provocan la tragedia familiar». Sí, pero no del todo. La Canción de cuna para un suicida (ExLibric, 2024) que María Magdalena López Espinosa ha escrito en 160 páginas va por allí y por otros caminos que complejizan el relato, ponen el dedo en la yaga y deslizan sutilezas que le dan valor a la novela. A López Espinosa le sigo los pasos desde sus estudios de licenciatura. He sido fiel seguidor de su trayectoria como escritora de poesía, ensayos y tesis de grado. Es más, soy partícipe lector de su evolución académica que continúa, y sé que falta mucho para que ese motor se detenga. Ese es un rasgo característico de ella; se traza horizontes y los conquista con cierto don de libertad y de desparpajo, aportando esa risa que se escucha a más de tres metros.

Desde el título de la novela sabemos que alguien se va a suicidar o que se suicidó o que en este momento lo está haciendo. No hay cartas debajo de la manga. Alguien se va a morir por propia mano y López Espinosa lo va a relatar. Visto desde allí me tienta a pensar que a la autora —ojo que es la primera vez que anoto la palabra— es admiradora o buena estudiosa de García Márquez. Esa estrategia narratológica nos recuerda, por ejemplo, los inicios en Crónica de una muerte anunciada, donde:

El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. «Siempre soñaba con árboles», me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato.[1]

O de Cien años de soledad, en el que:

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos.[2]

Debo ser cuidadoso: no estoy diciendo que Canción de cuna es imitación del modelo del colombiano. Lo que la autora ha hecho es la respuesta natural de alguien que ha leído mucho y conoce de las tradiciones, los rompimientos, las manías y las estrategias que echan mano los que escriben. También se advierte que ve series y películas con lápiz en mano, deshilando las formas suspensivas, reescribiendo el guion mentalmente para desatar los nudos mucho antes de que pasen frente a sus ojos. Para la María Magdalena que redacta textos, ve películas y series y, ahora, presenta novelas, el punto estriba en abrillantar su sello, lo que creo hace desde la primera oración:

Veo el horizonte a través de la pequeña ventana, vislumbro la aurora, siento el frío de la pistola sobre mi mano. Estoy a punto de levantarme la tapa de los sesos. Dirijo el cañón del arma sobre la sien. La mano tiembla y pienso: «¿Por qué he llegado a esto?».[3]

Tiene algo de espinos desentrañar si nuestra autora es malvada o astuta. Sabe que nos gusta el chisme, casi puede vernos salivar al preguntarnos ¿qué habrá pasado?, ¿qué habrá hecho? La descripción, además, que hiela: el frio colándose a la habitación, el frío del arma en el cuerpo, el frio que se experimenta con la escena. Lo que continúa es una ida al pasado a través de tres voces narrativas que aluden a eventos contados desde distintos ojos, con perspectivas disímiles que parece coincidir pero que, en realidad, enfrentan al lector a crudas realidades. Una familia en crisis perpetua y siempre a peor. Una madre que no se entera. Un padre que no es el padre y un no-padre que implosiona. Unos hijos que no tienen posibilidades de decidir jamás sobre la vida, sobre el día a día, sobre el devenir trascendental. Lo que tenemos acá es una novela dura que da tres timbres al suicida para terminar la historia; una novela que en el camino deshila realidades que tenemos por sabidas su existencia, que están ahí. Esa, me atrevo a afirmar, es la cualidad escritural de la autora; al principio y al final hela.


Me parece prudente terminar con dos ideas contextuales que ayudan a pintar a la autora y su novela. La primera es que López Espinosa ha dado el paso, nada sencillo, de la escritura a la autoría de ficción, entendida la primera como el amateurismo y la segunda como responsabilidad pública literaria. En la literatura zacatecana no son bastos los novelistas y menos aún mujeres, aunque las que lo han hecho son fantásticas. La segunda es la editorial que le imprime. Es un evento singular de apertura que refleja una actitud arriesgada y hasta agresiva de/por encontrar lectores más allá de las barreras locales. La selección por una editorial malagueña dice que la autora está enterada, pero no se casa con jaurías y/o grupos locales.

¡Que haya lectores!





[1]     Gabriel García Márquez. 2016. Crónica de una muerte anunciada. España: Diana, 1.

[2]     Gabriel García Márquez. 2017. Cien años de soledad. España: Diana, 1.

[3]     María Madgalena López Espinosa. 2024. Canción de cuna para un suicida. Antequera: ExLibric, 13




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Las Bibliotecas de Alejandro Arteaga

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