Los otros autores
Categorizar los Booktubers
Edgar A. G. Encina
Se
me ha ido el nombre del teórico de las redes sociales que fue el primero en
advertir que las personas propensas a exhibirse no se percatan de cómo son
percibidas y que en sus afanes por la búsqueda de notoriedad estas conductas se
han agravado y masificando. Cuando leí esto, si la memoria no me falla, había poco
más de una docena de plataformas e YouTube preparaba su gran despegue, así que,
aunque se entendía, no tenía los ejemplos que a borbotones invaden ahora. Esta
reflexión sin fuente ha venido bien para simplificar una eficiente y
antidemocrática coartada de análisis de las personas que gustan mostrarse
—¿será inmolarse?— en videos y disemina lugares comunes que niegan la
decadencia visual que nos avasalla, afirma Loris Zanatta y Cecilia Denot en su Manual
de autodefensa intelectual (Edhasa, 2023).
Con
justicia para la realidad debe anotarse que en el ordenador y en el móvil no
sólo reinan individuos ridiculizándose y/o caricaturizando a otros, están
también quienes se toman enserio su imagen y lo que desean proyectar. El
ejemplo lo pongo en los Booktubers. Estas figuras, con distancia del
desdén que algunos intelectuales les miran, suelo entenderlos cada vez más como
autores, aunque la categoría aún no la clarifico. Hacen labores de divulgación
con algo de crítica desde el formato audiovisual y elaboran desde el
conocimiento de campo y el empirismo, estrategias discursivas y narrativas más
o menos ecualizadas a ciertos valores estéticos, con acento en los gustos e
intenciones personales. Nada que no halla hecho un crítico o divulgador
libresco desde/con las maneras tradicionales.
Para justificar y categorizar a estos Booktubers como autores hecho mano de, por ejemplo: Foucault, Barthes, Bouza, Raboni o Leal, que exploran los entornos de la pregunta ¿qué es un autor? El que ha venido bien para abrir la discusión, lo noto con los estudiantes de grado y posgrado, ha sido Gonzalo Lizardo que, en «Fábula de los autores que se bifurcan» en El grafópata o el mal de la escritura (Era, 2020), afirma que: «En la actualidad, apenas se espera de un autor algo mejor de lo que se espera de cualquier ser humano cuando mucho, que sea talentoso, inteligente o ingenioso, emotivo o emocionante, universal y único».
Lizardo
suma a la categoría econiana —de/por Eco— de autor modelo, autor real y
autor liminal la de autor apócrifo, en/por Borges, para afirmar que «la noción moderna
de autor se ha bifurcado una y otra vez, multiplicándose por los senderos de
una página, para compensar de algún modo el histórico menoscabo de su
prestigio… o para reproducir mejor la factura del sujeto moderno: esos hombres
y esas mujeres que viven y medran, vaciando a cada instante entre el alma y la
piel, la vigilia y el sueño, el interdicto y la trasgresión, el saber y el
placer, la libertad y la tranquilidad, lo real y sus ficciones, el Yo y el Otro».
De allí parto para intentar categorizar a los Booktubers, autores
bifurcados que avientan otra pala de arena al autor muerto que vuelve de su
tumba para hacer escribir en video.
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