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Notas a La tarde de un
escritor de Peter Handke
Edgar A. G. Encina
Artículo publicado en la revista digital Quehacer
Manera 1
He leído La tarde de
un escritor de Peter Handke (Alfaguara, 2006) y me ha parecido el relato de
un hombre afortunado que ha podido atender los deberes en casa, salir andando a
pasear, atravesar calles concurridas, parar en la cafetería de siempre y volver
sin haber pronunciado más de diez palabras ni forzarse por reconocer los
delirios de las personas. Publicada originalmente en la Alemania de 1987 como Nachmitta
Eines Schriftsellers por Residenz Verlag y traducida al castellano por Isabel
García-Wetzler, la novela corta expone la cotidianeidad de una tarde con El
autor —personaje central—. Envuelta en cálido abrigo libertario, la obra nos inmiscuye
como segundo protagonista mudo en los pensamientos más íntimos y efímeros que
un individuo puede concebir en un día cualquiera al andar por una larga avenida,
asentir el saludo de un extraño o enfrentarse a las miradas enjuiciadoras de
los otros. Es la comprobación de que no hay ser más mortal que un escritor que:
Desde que una
vez vivió convencido, durante casi un año, de que había perdido el habla, cada
frase que el escritor anotaba, y con la que incluso experimentaba el arranque
de una posible continuación, se había convertido en un acontecimiento. Cada
palabra no pronunciada pero hecha escritura traía las demás, y él respiraba
sintiéndose de nuevo unido al mundo; únicamente con uno de esos apuntes
logrados, empezaba el día para él, y entonces se encontraba a salvo, o así lo
creía, hasta la mañana siguiente.
Manera 2
Alfaguara ha publicado la
traducción al castellano de cinco obras escritas por Peter Handke para celebrar
su nombramiento como Premio Nobel de Literatura 2019, resaltando La tarde de
un escritor. Se trata de una novela corta en la que coexisten dos elementos
esenciales: la valoración de lo cotidiano como única forma existencial viable para
mantener la lucidez y el desconocimiento de la felicidad y su no búsqueda. El
lector, envuelto en situaciones comunes, es necesariamente incluido en cada
relato porque lo que descuella aon la duda y el olvido como validación de la
realidad.
Cuando llegó al
ensanche de la calle donde ya pasaban coches y volvió a darse la vuelta para
ver el escenario de su malograda interpretación, pensó en aquel autor del que
solía decirse, con cada libro nuevo, que corría de «victoria en victoria»,
entonces se imaginó que los lectores habían dejado de existir en todo el país,
y se acordó de aquel sueño que tuvo de un libro que la principio, igual que en
un barco que ha puesto velas, estaba lleno de signos, pero al despertar habían
desaparecido todos.
Manera 3
Una declaración sobre
la guerra civil en Yugoslavia mal interpretada e intencionadamente mediatizada le
ha traído a Peter Handke los más desagradables acontecimientos de su vida que,
por fortuna para sus lectores, poco afecta su trabajo. Prueba de ello están El
miedo del portero al penalty (Alfaguara, 2019), Desgracia impeorable
(Alianza editorial, 2018), Ensayo sobre el lugar silencioso (Alianza
Editorial, 2012), Carta breve para un largo adiós (Edhasa, 1987) y La
tarde de un escritor. Esta última, anota la cintilla, es su «novela más
emblemática» porque —quiero creer— descarna la pelea por huir de los lugares
comunes, destruir todo cliché posible y, al tiempo, mostrar una realidad
fragmentada en múltiples posibilidades. Instalada en la escuela de la «Nueva
subjetividad» que invita a pensar sobre lo insignificante e intentar extraer de
allí la mayor cantidad de verdades esenciales, lo que leemos acá es un
persistente drama solitario sobre el que la literatura se construye como
puente, porque para el autor la literatura son los nuevos anteojos para atender
simple la realidad, pero sin invitar a la sensibilidad, porque «Hay que seguir.
Dejar que las cosas existan. Hacerlas plausibles. Exponerlas. Legarlas. Seguir
elaborando la más fugaz de las materias, tu aliento; ser su artesano».
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