[«Window Shopping» (1903) de Everett Shinn (Estadounidense; 1876 a 1953]
El norte como frontera, el arte como puentes
Notas dejadas por Amanda Karina
Lozano López
Edgar A. G. Encina
Artículo publicado en la revista cultural Crítica. Fondo y forma.
«Dime dos
autores del norte», increpó. Daniel Sada (Mexicali,
Baja California; 1953 a 2011), obvio, y Luis Humberto
Crosthwaire (Tijuana, Baja
California; 1962). «¿Por qué ese par?, ¿por qué no de los
que ya se fueron a Severino Salazar (Tepetongo,
Zacatecas; 1947 a 2005) o Ricardo Elizondo Elizondo (Nuevo León, Monterrey; 1950 a 2013)?,
¿por qué no de los que están por aquí a Élmer Mendoza (Culiacán, Sinaloa; 1949)
o Eduardo Antonio Parra (León, Guanajuato;
1965)?»,
continúo. Aunque el tono seguía algo enfático, noté en su voz que increpaba porque
deseaba saber qué descubrí en esos autores y, sobre todo, que no estaba en los
otros. Lo demás fue largo y tendido. Hablamos de obras, de fragmentos de esas
obras; comentamos avatares, cotilleamos sobre la vida de esos y otros seres, no
siempre escritores pero sí artistas. Cuando nos despedimos, ella calle arriba,
yo calle abajo, le pedí me autorizara dar su nombre. «Ni loca», contestó
mientras apretaba el paso. Ahora, cuando lee estas líneas, quizá esté cambiando
de opinión. Suerte para la próxima, querida amiga.
También del norte, que no escritora
pero sí artista, es Amanda Karina Lozano López, «Lola Lo Zano» (Agua Prieta,
Sonora; 1978). Como en innumerables casos, su formación académica como
licenciada en contaduría y administración y maestra en impuestos, parece desconectada
de su vida profesional. Quizá es sólo percepción engañosa. Lozano, que pretende
ser como Raquel Tibol (Entre Ríos, Argentina; 1923 a 2015)
y recién a adoptado a «Fortunata», bien puede ser de esas que destacan la narrativa
del norte o la escritura del desierto o como quiera llamarle. No. No escribe,
insisto; ella es artista. Entre lo que destaca, está su participación en el
proyecto «40 artistas» apoyado por el Pedcaz,
la exposición «Libertad» y el seguimiento de proyectos iniciados dos o tres
años atrás, siempre contemplando la labor gráfica, explorando distintas
técnicas y su permanencia en el Taller Veta Grande.
Lector,
en esta ocasión, Lozano aceptó –aunque con ciertas contingencias- escribir. En
sus palabras, poco menos de 400, anota sobre el arte, la libertad y la
frontera, la marcada por la geo-política y que aparece como un retrato similar
en todas partes del mundo cuando dos concepciones del mundo se encuentran y los
mercados económicos parecen escindir bestialmente un río.
Pd.
Al fin. Ella calle arriba, yo calle abajo, gritó: «¿Por qué no Alejandro García
Ortega (León, Guanajuato; 1969)»
y de vuelta a casa empecé la tercera lectura de La noche del Coecillo (1993).
El arte nos hace libres, el arte nos hace humanos.
Soy la prueba
fehaciente de que el acercamiento al arte en cualquiera de sus manifestaciones
logra una metamorfosis en las personas. Soy de la frontera del norte del país,
de una pequeña ciudad, donde se vive una subcultura que nace de la naturaleza
de la situación geográfica. La frontera es un lugar donde quedan varados
sueños, ilusiones, inocencias y muchas vidas. El punto es que por ahí pasan
todas y cada una de las substancias que representan un negocio multimillonario
y, por lo tanto, se es más fácil y viable colaborar en éste tipo de actividad
que perder el tiempo en asistir a la universidad. Adicional a esto, es difícil
y cansado estar ahí y ver desde el jueves hasta el domingo las calles y los
espacios saturados de «spring breakers». Ya lo ilustraron en los Simpson, hasta
hay una canción de Manu Chao, en fin es un lugar Caótico…
Pero, hay un movimiento, un cambio de
percepción y de concepción cuando se tiene la suerte de acercarse al arte. El
arte, en cualquiera de sus expresiones, es un camino, un vuelo, un viaje, del
cual uno regresa sin ser el mismo.
La música, la pintura, la escritura, la escultura, el teatro, la danza, todas...
Son manifestaciones de un ser humano que como creador se ha vertido y da vida a
un nuevo lenguaje, que habla en síntesis de tragedias, comedias, fantasía,
sueños, miedos, historia; que habla de la vida y sus infinitas posibilidades.
El punto es que, cuando se tiene un acercamiento al arte, existe la posibilidad
de abrir la mente, de desdoblamiento del espacio, de las personas, es generar a
través de la sensibilidad y, en forma automática, de crear una conciencia del
entorno y de uno mismo. Es como cambiar el chip y dejar de comportarse en
automático.
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